LA ASISTENTE DE PRESIDENCIA.
lujoso auto la dejó en la entrada del edificio, situación que no pasó de
al trató de disimular con un buen maquillaje, pero para los empleados que a
sonal y se ubicó en una esquina, entró sin percatarse de la
d metálica a su espalda. La caja siguió avanzando y parando en cada piso dejando a sus compañeros en ellos, creyó sentirse completamente sol
a la hizo abrir los ojos de golpe y acomodarse en su sitio,
que la dejo muy satisfecha, porque, por más que se esmeró -dijo señalando
palabras, respiró profundo un par de veces antes
situación, pero noto su interés en
e acercó demasiado, tanto que la atrapó e
orpresa del atrevimiento y hasta quizás se so
tal suceso que sintió su cuerpo rea
a-. Usted no es alguien de mi interés, es más, creo que no es ni un tanto suficie
Rebecca, tanto que se le aceleró el corazón y un escalofrí
Se enderezó y lo miró de forma desafiante, ese hombre la acababa de insultar tratándola de mujer fácil al decir que
ijo levantando una ceja
" para alguien como usted, que, por su arrogante comportamiento considero
s puertas del ascensor se abrían y salió sin esperar respues
sa mujer lo perturbaba de maneras inimaginables, sentía un deseo descontrolado p
umor como la incomodidad sentida en su entrepierna, no podía negar que
as de presidencia. Pasó de largo entre sus empleados que a ninguno de ellos
igo Bruno Rossi ya se encontraba en el interior esperándolo
ndar. Fueron compañeros en la colegiatura, pero, aunque estudiaron en la misma u
al, mientras Arturo se profesionalizó en arquitectura como su padre, es
hubieses comido alacrane
la mierda una vez más y de la manera más sutil.
ue ella no te va a dar ni la hora. Es más, creo que si te ve con intenciones de arrojarte al precipicio
endo con la mujer. Ambos hombres después de reír y disfrutar del mal momento decidieron zanjar el
iada entre haber hecho bien o mal. Primero por haber descargado su rabia con el hombre, per
ciar una guerra sin sentido, pero lo único reconfortante en todo era que siempre le iba a
dedicó a continuar con su trabajo, hasta que las
iña ¿Cómo terminó
a para rodar por sus mejillas. Abrió su boca para hablar, pero el sollozo que se había atorado en
olarla, por lo que la instó para que entrara en su oficina y tras
u madre la tarde anterior. Contó con lujo de detalles cómo ella firmó sin leer pagarés de u
ades para pagar. Las sumas eran algunas veces exorbitantes que muchos no l
, no había podido pagar. El hombre le había pedido a la mujer entregarle a su hi
do. El viejo se mantuvo en su posición y destrozó parte del lugar obligando a Aurora a tener todo el dinero para
re, pero viendo que la suma era exorbitante, solicitó 6 meses de plazo para pagar todo el total, plazo que el viejo
en el que comprometía el 80% de su sueldo para
tinada obsesión del hombre por acabar con los sueños y esperanzas de su asistent