Adicta al placer
muy sorprendida, tanto que no lograba cerrar los ojos. Ella se me quedó mirand
hacia adelante y le devolví el beso. Este segundo contacto entre nuestros labios fue un poco más largo
Y calientes, muy calientes, así que sin detene
itir que probarlos se sintió diez veces mejor que mirarlos. Nuestras bocas estaban hambrientas y nuestras lenguas jugueteaban entre sí. E
ella no opuso ninguna resistencia. Se me acercó, como s
o, estiré la mano y agarré uno de sus senos. Dios, eran enormes, deseaba intensamente verlos desnudos. Comencé a quitarle el jersey, y después desabroché y l
chuparle los pezones y a mordisqueárselos con suavidad. E
pijama. Mis pechos eran diminutos comparados con l
as veces juntas a la playa y a otros sitios. Ninguna de las dos podía apartar los ojos del cuerpo desnudo de la otra. Me excitó mucho ver que ella no s
s pechos. Enredó dos dedos en mis pezones y los pellizcó con suavidad
su vagina. Ella se estremeció ante el contacto, e incluso a mí me sorprendió lo bien que se sentía toca
rotar su clítoris con ayuda de su propia humedad. Dios, se sentía tan rico. Como estaba tan mojada, me fue muy
dedo llegó a su límite. Con delicade
su mano hasta mi entrepierna y ella comprendió la idea. Casi suelto un chillido cuando comenzó a masturbar
a espalda. Me subí a ella, obligándola a acostarse, y metí mi rostro entre sus piernas de modo que el suyo quedara también entre las mías. Le puse la lengua
hendidura de su coñito y penetré tan profundamente como podía. Luego pasé a su clítoris y lo lamí con ganas. Cada vez que retiraba la
l. Cuando comenzó a mover la lengua, introduciéndola en mí y sacándola
estaba disfrutando de lo lindo. Su clítoris pareció endurecerse t
ua. Eso me hizo lamerle con mayor fuerza y rapidez también, y ella no tardó en correrse. Su cuerpo sig
mera vez de ambas no estuvo nada mal. Los videos de l
s llegado a eso? Sí que estábamos dementes. Sin embargo, eso no cambiaría que siguiéramos siendo mejores amiga
os no tardarían mucho en llegar. Antes de irse, me miró con mucha picardía y me recordó q
habitación después de acompañarla a
así que rompí el lazo y abrí la
y solté una risotada nerv
chinas, ¡un jodido juguete sexual! Eran muy peque
to, no podía hacerles un desaire. Entonces, se me ocurrió el m