Mientras te recuerde
sus brazos, a pesar de que cada fibra de su ser le gritaba que era real. Que todavía sentía el calor de sus besos sobre los labios, el tacto de sus manos cuando recorría la piel desnuda y el
ber que, por más que lo intentara, él era produc
s y maldijo encontrarse en aquella habitación. Era muy complicado amar dos vidas, amarlo
Elena le propinaba. Antes de que le diese paso, su mejor amiga se avent
de la mañana y tienes la marca de la almo
ra de tirantes ajustada, unas mallas del mismo color y unas deportivas. La tela se le adhería al cue
ndo y caminó hacia ella, la apartó y
ó en el taburete junto a la barra americana-. Corro cada mañana para est
iaria. Elena y ella eran amigas desde el instituto. Desde entonces fueron inseparables. Llevaban diez años compartiendo un apartame
cendió. A los pocos minutos el delicioso
os. Agarró la taza, agregó azúcar y leche-. Necesito mi
no puedes s
no me habría dado cuenta, ¡mira qué eres lista! -Sujetó la jarr
isma meticulosidad, sostuvo un paño y lo paseó por la parte baja para asegurarse de que no estuviese manchada. En el momento que fue a dejarla sobre la
bsesión con que se pueda pasar la lengua por encima. -Elen
esos días estaba desbordada. Buscó un posavasos y dejó la taza sobre él. Se sentó en e
ablar. -Su amiga la mi
los brazos al pecho y darle la espalda m
la escueta
ecto en su organismo, el sueño de la
escucho gritar como la llorona, Carlos por aquí, Carlos por allá, Carlos dame más duro. -Con la t
ó como un costal de patatas al suelo, con las piernas enredadas entre la
tía?! -aulló con la
y fue dándose la vuelta hasta que quedó miránd
tan gris, ni la mañana tan detestable. Ver a Elena como una rana en el suelo debatién
nga en el cuerpo hasta la última gota, estás jugando con fuego.
las pesadillas? Las tienes desde que te conozco. Tal vez la psiquiatra... -Apur
Estoy bien y no hay más que
erir unas cuantas maldiciones se dirigió a la habitación, a la vez que sintió en su espalda la presencia de su a