Sabrinna
podría dejar de obedecer aunque quisiera,que no quería,por
n y en algún momento que no supe cuál era,mi hermana me
vista nunca cortara el contacto con la suya -dí tu nombre -exigió ronco y sin dejar de intercalar su mirada entre mis ojos y el
ia voz extraña,era como si ante él, fuese
nó el paso y medio que nos separaba. Cuando quedó tan cerca de mí, que mi corazón oía los latidos del
pida y no te atrevas a dejar de mirarme cuando yo te esté m
osteriormente hizo un gesto raro que me hiz
se la habían llevado,lo seguí paso a paso cuando se agachó delante de
su aspecto rudo e imponente. Siguió deslizandolo hasta la planta y tomándolo finalmente en su mano,mirándome co
hos, un disparo se escuchó y le salpicó la cara de sangre, y a mí la frente,pues podía ver co
s a nuestro alrededor aparecían guard
iedo a dejar de hacerlo y que me castigara. Era demasiado demand
mir,sonaba preocupada pero su hijo seguía
veía que no tenía límites a la hora de exigir lo que fuera a quien fuera
sentí el sabor entrando en mi boca y quería quitarla de allí, pe
ojos -demand
un infarto. Nunca había vivido un momento más intenso que ese y todo lo que necesité para salir del encantamiento en el que me tenía sometida,fue que me pegara a s
ido, pero no pienso morir y tenía que apoyarme en algo, encontré tu hombro. Aguanta el d
bastante claro, era que me había declarado como suya y
trás de mí habló y su voz me llegó
e estaba herido, me hizo una seña con el cañon para que me girara y me tropecé con la mirada
ar siendo encañonado seguía sintiéndose d
rden o permiso para ir hasta donde estaba Onir,sentí como tiraba de mi muñeca haciéndo
briendo mis oídos ya lastimados y viendo nuevamente
ientos que empezaba hacer y caí sobre un costado,l
los gritos anteriores habían sido proferidos por Onir -nunca más podrás tocar su piel. Ahora me pertenece y el pró
ura y me levantaron del suelo por segunda vez en poco tiempo y supe enseguida,q
lo mucho que mis ojos le estaban agradeciendo en silencio por lo que había hecho. Aunque fuera tarde, por las
isimular su dolor y me sorprendió que llamara león, al árabe.
llevaba torcido dentro de su turbante en la cabeza y me tomó las manos para limpiarlas c o no el. Todo sin dejar de mirarme
sostenía un paño ensangrentado entre sus dedos y habían unos nueve hombres pude contar,
l coche que había allí y sin pensarlo dos veces, puse mi firma en aquel documento que fuera lo que fuere,
!- exigió Asad
e atraparon otra vez y sin romper el contacto v
ejar de hacerlo -quién se atreva a respirar cerca de ella, muere. Y cuando yo no esté su segurida
eron hasta él y luego de vuelta a mí para preguntar, la única cosa que podía ha
mi respuesta -una sola respuesta tuya,me basta para
o, en el objeto del desprecio por parte de mi padre y de avergonzar
Sí