Sabrinna
e allí tenían, pues yo sí tenía en claro que no sald
obresaltarme desde dentro, escuché una tercera
osamente. Me llevé una mano al cuello y me mantuve a la expectativa de lo
te en alerta y ni siquiera así, atiné
ia de Asad que me había traído hasta palacio,y a una mujer, hermosa, de pelo negro,ojos azules y boca exuberante vestida con las telas y ropas de la c
chica y manteniéndola detrás de él -el príncipe e
y,¿la ch
pasaba desapercibida y mi pregunta le molesto tanto, que se soltó del brazo del que la so
e de absurdos venenosos -pero mírate -me señaló con una mueca en sus labios -si no eres más que una pueblerina que se cree importante porque se ha casado co
spejo que tenía delante, lo asustada que se veía, no entendí hasta después por qué
sonreí sardónica, mir
rabajo fácil sobre todo cuando las personas que lo in
te mí, sin que tuviese siquiera que discernir l
a, y trasladando la
to y ponte de rodill
e a decir algo, que supuse tuvo que buscar bien
hor
, había quedado establecida y solo podía disfrutar de su impotencia an
con mis manos en la espalda, y podía verla apretando los l
la bendiga
ara y cuando fue a mirarme a los ojos le hice una seña
ue quieras confesarme tus pasiones frust
í y no me moví, la dejé incluso que tomara mi
vive aquí dentro y t
toques S
tó, pero no me soltó y la señora detrás de
á entrando...
s ella. La señora estaba a punto de sufrir un infarto de lo rápido que re
te para cualquiera y no creía que para él no lo fuera. Mis esperanzas de ser importante para él, estaban muriendo.
lo hacía tan desesperadamente hasta que dijo -va a matarla si sabe que la ha tocado alteza, por favor no le diga
ella voz tan suya, tan potente y dominante se hizo con el lugar y los nervios d
zada levantó la mano que tenía aún pegada
sus ojos se desbordaron en llanto y me solté de su agarre cuando fui c
pasaba, consciente de lo que iba a
todo poder y gallardía, sonrió de u
u falta de respeto a la única espo
palda y acomodarla en su mano con agilidad y donaire