Los Demonios de Hades
es
meses
ientes del dÃa se habÃa derramado por todos lados. -Otra vez no. -Era la tercera vez en
mpletamente realista una fuerza cósmica me tenÃa atrapada en ese horrible empleo que a duras pena
catastróficos que comenzaron desde que baje
o que cometà el tercer error astronómico con hombres de mi vida, u
cuando decidà acostarme con mi sexy superior, y repetir al dÃa siguiente, al otro y al otro. Hasta que el jefe de mi jefe se enteró de lo que estaba ocurriendo. No hace falta decir que fui d
asà que cada vez que la llamaba, le preguntaba por el embarazo, mi cuñado, su vida en Londres e intentaba tragarme las lágrimas cada vez que me preguntaba qué tal estaba o me decÃa
esperando triunfar en Broadway, porque alguien durante una clase motivacional en el último curso, le soltó el
que enseguida dirÃa que se trataba de mi energÃa o algo p
esaca de los mil demonios. Me rechazaron nuevamente en una audición y como estaba deprimida fui a un bar a tomar una cerveza, conocà a un chico bastante lindo. -Rodé los ojos y ella me sonrÃo
tenernos a dieta de poll@s. -Le dije bajando la voz, al tiempo que ella ser
tinuo muy ebria. Además era de esos chicos malos, esos que sabes que me gustan.
una jo
ha sido la última vez. Se me parte la cabeza. -Gimió. -Por favor, limpia la tres. -Me señaló la mesa con la cab
esa, - le
guramente Galvin, se habÃa ido de lengua nuevamente, ni siquiera lo vi llegar
r. Tomé la bandeja y me dirigà a la mesa recién desocupada, coloqué los platos, las t
rigà a la cocina para
eparándose para terminar su turno. -No te molestes porque le dije a América. -Habló ba
o, podÃa entende
aire que estaba conteniendo, cuando coloqué el último de los platos. -No ha sido una buena
los rezagados. -Me dijo, señalándome con la cabeza al hombre de espalda
con la bandeja,
abrió los ojos, negando con la cabeza. -Debes atenderlo. -Se apresuró a decir. -Yo
Canturreo mien
o antes de volver a mÃ. -Es tu o
. -Le
tu permitido. -Me empujó
y terroso de su perfume. Su cabello era rubio oscuro y se veÃa sedoso, de esos cabellos en los que deseas hundir los dedos, solo para ver si es tan suave
cuando estuve frente a él y car
fé? -Levanté la vista, cuando escuché la puerta abrirse y vi que un grupo de personas ingresaban, los grupos solÃan dejar buenas pr
aba analizando cuidadosamente el menú, si no que tenÃa la mirada clavada
ve que aferrarme con fuerza de la pluma para no tomar la mesa con mis uñas. Llevaba una impecable camisa blanca
risa. Se quedó muy quiero analizándome durante un min
ivo y jodid
ar
mente educado
supu
a de quien era o por qué se sentÃa tan
mis labios unos segundos. -No es que esté celoso o algo asÃ, solo que realmente pisoteaste mi ego esa noche. Aunque créeme que fue peor cuando no llamaste. -Metió las manos en los bolsillos y me di cuenta de que estaba nervioso. Lo r
ta, no es que no tuviese intenciones de llamarte. -Técnicamente no era me
o estaba. -Sin embargo, ya que nos encontramos casualmente, aquÃ...-La diversión iluminó s
de defensa bien afinadas. Pasé, de hecho mucho tiempo pensando en ello. -Me di unos golpe
ruzó los brazos sobre su pecho, lo que hizo que
me hayas acusado de acosador o que tengas una estra
o su rostro sensual. Sacudà la cabeza, justo cuand
puertas que era mejor no abrir. No obstante, no podÃa negar que haberme encontrado con Ben allà me abrumaba, de una forma buena,
n la que decidà agendar a la mamá de mi hermana, ya que asà lo sentÃa. Era una de las pocas personas que
inmediato. Lo abrà rápidamente y me llevé una mano a
noticia
Ben frunció el c
ya todos sabÃan la noticia. Me mordà el labio, tenÃa que ir de inmediato al departamento de Nancy...¡O
son
staba mirando directamente a los ojos. -No voy a volver a perder la oportunidad que perdà en Londres. -Mi corazón derrapó ante la declaración