El color del Dolor
ñar su espada y soltar un certero golpe contra el tipo que lo tenía en el suelo. El hombre cayó de pronto y Gabrielle se levantó un poco aturdido. Tras él la pelea estaba casi acabada y para su
y lo sabía, cualquier soldado de su majestad que cayera en manos de el fantasma sabía que ese era su destino, morir por el hie
s y no había conocido lo que era tener una mujer aún,n
desfilaba por el muelle contando a sus amigos que su
cobarde corrió, corrió tanto que cas
. Quiso seguir corriendo pero el hombre lo alcanzó y tiró de él,Gabrielle le lanzó una patada y el hombre tomó su tobillo, con el pie
. Pero el hombre lo interceptó antes de que lograra escapar y le propinó un golpe en la
Aun le quedó algo de fuerza en los brazos, que lograron sostenerse de la orilla con sólo tres dedos,el hombre asomó el rostro
ino después sufrirás una terrible muerte en manos de el
ismo. Era algo que le aterraba,algo que lograba helarle la sangre y empezar a suplicar piedad. Entonces fue cuando vio mejor a su atacante,era lo último que sus ojos iban a ver. El hombre media por lo menos dos metros y era muy fuerte, las botas de cuero le llegaban h
omo dos enormes rocas,sus dedos adormilados se fueron soltando uno a
que los ojos le pesaban alcanzó a ver a su salvador. Lo que vio lo dejó maravillado,unos ojos color azul cielo y el cabello más negro que hubiera visto,casi como la noche. Los labios del ángel aquel eran delineados de forma que suplicaban ser
ste miró al chico tirado con una mirada de fastidio. Peor sería su destino,lo llevaría a s
último calabozo,quiero ver que tan
an sólo un chico, no mas que un niño, un niño tonto que arr
andonadas calles de París. La sonrisa se volvió amplia y sus manos aguantadas buscaron la empuñadura de su espada. La batalla esa noche no era nada comparada a l
alguna vez,ahora sólo era parte de la fría decoración, tras la estatua había una puerta que pocos lograban ver. Solan entró primero echando su capa de lado y tomando su cabello en una coleta.
ja,no notaba esfuerzo alguno y e
rís había miles de pasadizos, y él los conocía todos.
astigo con sus propias manos a ese pillo que lograba burlar la seguridad de su majestad y vaciar los abastecimientos de la corte. El asesino y ladrón tomaba cada cosa que le apetecía y lo regalaba a los miserables que abundaban en las sucias y fetidas
tro había una algarabía,hombres bebiendo despreocupados alrededor de una fogata en un rincón. Solan pasó por su lado y los hombres dejaron de reír y se inclinaron obedientes ante el fantôme. Siguió más al fondo y abrió una pesada puerta de madera. Ahí la humedad se perdía y la luz se insinuaba silenciosa. Un enorme despacho repleto de pedestales y l
oras-.¿Qué hay que h
amente, sin alcanzar
que su sirviente traía e
iados años conmigo como para s
arios calabozos vacíos y a Gabrielle que había estado inconsciente la mayor parte del tiempo lo dejaron caer sobre el helado suelo de su celda,en sus muñecas colocaron cuerdas que apre
ue tuvo cegó su mente,sintió una corriente recorrerle el cuerpo y estremecerlo de pies a cabeza. Su piel pálida estaba marcada de golpes y rasguños y le dolía cada músculo del cuerpo. Sus ojos verdes estaban apagados y llorosos,desconocía cuánto tiempo había pasado,pero sabía que m
a,sus ojos se cerraron de pron
s de la celda,se acercó al muchacho y estiró su cabello de forma
con su suerte la hermosura de su rostro no acabar
-lo llamó
el rostro y Gabrielle ab
ás que pudo y Adasius so
ecuadamente. Era casi de la de edad de Foran su hijo, pero éste no era tan estúpido como para haberse enlistado en las líneas enemigas. Solan lo había mandado azotar,algo que Adasius disfrutaba enormemente tratándose de alimaña
r un gesto insolente, para después apr
espalda y piernas le dijo que seguía vivo. Hubiera preferido morir aquella noche en manos de aquel gigante demoníaco, su muerte hubiera sido rápida. Hubiera sentido el hierro entrar en su pecho y todo se habría v
l castigo?. No supo,no hubo respuesta a eso. Lo único que sabía era que fantôme torturaba hasta la muerte a cualquier guardia de su majestad,los motivos los desconocía así como el hecho de su escondite,jamás nadie había podido dar con el fantôme y era algo que cada
losas facciones y barba de varios días. En algún tiempo debió ser atractivo,ahora la sombra de la soberbia adornaba su fría sonr
un hombre joven aún,su cuerpo tenía ciertas necesidades que debía compensar y esa escoria le podría servir de algo. Para Gabrielle la mirada lasciva con la que el hombre le había visto le causó escalofríos. Podí
ura,eres bas
ostro del rubio y pudo volver a ver esos ojos verde esmeralda. Sin duda era algo bello de ver
laqu
ró de golpe comprobando su temor. Horas estaba a su
espetó
ariconadas para las putas
ión un día mas y de nue