La invocación de Alana
tacones, mejor. Es una
ian Lo
lón. Al ubicarla, con ademanes le indicó la situación. Inquieta, le hizo señas para que desfilara de todas maneras. La chica sacudió la cabeza en sentido negativo. La
la joven inició su intervención. Derek Adam era uno de los fotógrafos, que cubrían el desfile. É
ifornia, donde estaba ubicada la casa matriz. A medida que cada chica desfilaba, intercambiaban comentarios. A veces coincidían, otras, no. Ambos tenían cuarenta y tantos años. Con frecuencia, asistían a estos eventos, con el propósito de detectar nu
la, hizo un giro tan desmañado, que se enredó con el polizón. Perdió el equilibrio. Trató de evitar la caída, pero no pudo lograrlo. Segundos después, yacía tumbada. Su percance provocó pena y ruidosas risas de burla, las cuales contrastaban con el meloso fondo musical,
on fuertes bofetadas. Sintiéndose ridícula, se levantó despacio para concluir la accidentada
e retiró tras bastidores. Ahí se topó con Shannon, qui
sfile –expresó, burlona-. No creo
endo al camerino. Al llegar, Maurice le gritó que