Gemas de Poder
intentaran negarlo. Las primeras semanas Thaly lloraba a cántaros, salía de la cama y pasaba horas sentada en el pasillo sollozando, comía poco y sólo bajo la insistencia de Eli
lante de todos y las tareas cotidianas como asea
pasaba ante la mirada atenta de su familia, quienes se sentían impot
infundirle ánimo, más allá de que aportara dinero en casa, deseaba que su mente se mantuviera activa y alejada de los pensamientos do
monosílabos, comía a regañadientes y se acostaba, todo a duras penas y bajo mucha insisten
entada en la mesa del comedor haciendo sus deberes y Elia preparaba la c
sible-dijo Samantha cer
mo si se tratase de un magneto y la pared fuese de hierro. Thaly salió de su estado zombie y abrió lo
albucear mientras seguía forcejeando, tra
n embargo cuando abrió los ojos y no vio el cuader
ada fuerte, el ceño frun
jo viendo a Thaly, sin embargo e
ique alzó las cejas tan alto que casi rozaron el nacimiento de su cabello y todo el color aba
n Samantha a comprar unos helados
con cara confun
una torta, así que nada de helados,
e insistió con l
gas a comer unos helados con Samantha -af
Enrique? -Pregunt
sitas -repitió Enrique s
ecir una palabra más de la necesaria y luego de unos segundos d
-cuestion
-dijo Enri
el énfasis que había hecho en la palabra «visita». Esta
a -respondió Enrique con una sonrisa gentil-asi que mejor aprove
ndo una sonrisa nerviosa sin levantar sospechas, después de tanto ti
a vestirme.
do sus pasos, mientras que Elia y Enrique halaban con mucha f
cio, cambió el signo por erro
ió Enrique tirando c
hacer varias cosas a la v
notaba las manos temblorosas
untó-. No tenemos por
a meditar sus palabras- Tengo tanto tiempo si
No tienes que seguir encerrada en la
mbas hablaban dos conversaciones distintas, a
.
mantha llegó tan agotada que fue directamente a cambiar su ropa, a lavar sus dientes y sin preámbulos cayó en un sueño profundo en donde se vio regresando al parque con su mamá, soñó que ambas corrían hacia los columpios y que se mecían alto, entonces Samantha salió volando por los a
u campo de visión cada vez con más intensidad haciendo difícil que pudiera ver algo; solo escuchaba la voz de su mamá diciendo que todo iba a estar bien, que ya le d
a cama. Era extraño, ella no solía tener pesadillas y las pocas que había tenido parecían tan irreales que una vez que se despertaba no sentía miedo; pero esta pesadilla la sen
taba tan mareada que caminó apoyándose en las paredes hasta llegar al comedor, el olor de sus panquecas favoritas con queso le produjo nauseas, Elia había
e Samantha y cómo su frente estaba bañada con pequeña
ir enferma -sentenció Thaly con f
llamará e iremos a buscarla -explicó Elia mi
ene fiebre muy alta
mamá lejanas, sin embargo se preguntó cómo podía saber su madre del dolor del cuello pe
reo que necesito acos
apareció molesto con el ceño fruncido y sin preguntar nada cargó a Samantha hasta su cuarto donde la acostó con mucho c
chó entre cada titirito cuando un amigo -del abuelo quizás- preguntó por ella, luego escuchó cuando su abuelo le decía a su mamá que era normal y le pedía que se tranquilizara po
ilia toda la noche, casi se lo podía imaginar sentado en la butaca del cuarto con algún libro en las manos pendiente de ella toda la madrugada. Se levantó para ir al baño y cuando salió se con
Elia asintió y Thaly se tensó sobre su asiento pero nadie dijo nada, ni un solo comentario. Era sábado y Samantha se
e en el asiento. Elia apresuró la preparación de la cena, Thaly alisó su ropa y la falda de Samantha y comenzó a cerrar los libros que tenían so
*
r verde botella con una camisa pulcra blanca, tenía algunas canas que le daban una sensación de brillo a su
intercambiaban algunas palabras de cortesía: «¡qué bien huele Elia!», «tanto tiempo sin verte Thal
hándose para quedar a la altura de los ojos de
ms. -le respondió estrechá
escuchar que no había dic
irada sostenida y sin soltarle la mano-, soy un antiguo compañero de trabajo de
interrumpió Enrique ac
rle una nueva mirada. Se desabrochó el botón de la c
s textos que se encontraban sobre la mes
en él no le gustaba. En otras circunstancias solo hubiese asentido, pero viendo
la mesa con ayuda de Thaly-, estuv
ijo mirando a Enrique y a Thaly con cierta curiosid
ida de hombros. Por alguna razón Samantha
cta cuando Thaly se relajó y Elia continú
en un principio parecían de cortesía, después se tornaron curiosas y al final la hizo sentir interrogada e incómoda. Samantha intentó mantenerse amabl
n momento de la conversación, André ofreció un trabajo a Thaly pero ésta declinó la oferta con cortesía. Enrique alabó la comida de Elia para quitarle atención al
un completo desordenado, no es el más estudioso tampoco, pero confío en que mejore cuando madure. El caso es que siempre m
arizada, en el colegio casi todos los niños tenían uno pero ella no sentía atracción por los juegos de video. Thaly la animó a cogerlo con una tímida sonri
se rodarse desde la posición Off hasta la posición On. Sin embargo, lo intentó bajo la mirada de ánimo de Enrique. Al hacerlo el aparato no encendió, Samantha insistió
ió el aparato de
baterías -le dijo-,
baterías, pero no te preocupes prometo regresar en una nueva oportunidad para que esta ve
Fue algo solo perceptible por Samantha quien vio un pequeño intercambio de miradas dudosas entre Enriqu
retía en la silla para una posición mucho más cómoda y relajada. Todo el ambiente en general cambió, pero fue Thaly la que sorprendió a Samantha cuando se levantó, tomó el periódico y comenzó a leer los clasificados de trabajo. Su hija solo la contempló de reojo por miedo de espantarle la idea si la sorpre
icina de correos. Nunca más se comportó como zombi, no volvió a llorar en las noches ni sollozar en las madruga