El Oscuro CEO
r *recu
n coche, durante más de dos horas, hasta el aeropuerto
de morir, aunque ella aún no lo sabía con cer
ero por lapsos muy cortos, ya que el sueño
re que se sentó junto a ella, no la dejaba levantar a menos que fuera para ir al baño, donde
a la cabeza para observarla, entonces ella cerraba sus ojos apretándolos bien, para hacerse la dormida. Luka sabía que no l
e hacerlo en silencio, pero le era imposible. Luka sint
o de pie y se dirigió a la puerta de salida. En el último asiento se enc
tá dormida, ¿que se
esa? - respondió irritado -
a ca
atrevas a tocarla - resopló - la cargaré
ndo del avión para aca
mó en brazos. Era tan liviana, tan pequeña y frágil. En ese momento dependía tot
a casa. Ella se despertó un par de veces, pero, para sorpresa de Luka, no se asustó ni lloró, al contrario le sonrió y se acomodó para seguir durmiendo, acurrucada sob
po que llevaba llorando. Así que la abrazaba f
a él le pareció una eternidad. Al llegar, el mismo hombre de traje
ujer que estaba parada en la puerta – Mi nomb
icia y es mejor que se acostumbre a
lo frunció el ceño en un gesto claro de molesti
yo mismo. Solo
sos para que él la siguiera, mientras cargaba a la n
quí
e ahora en má
n sumo cuidado, la depositó en ella. Buscó un cobertor para ponerle por encima. La arropó y
hora ya estás a sa
sos de calma eran más prolongados. La arropó un v
señor de
labios de la niña, se
ía lo entiendas y me perdones – le resp
sonrió, sin abrir sus ojos – cu
esa criatura lo había sorprendido con s
ya lo
ientras seguía sonriendo,
as pocas veces que la verí
*recu
o en que todo debía manejar con la mayor discreción posible, y el menor daño colateral factible. Pero el hombre no colaboró y terminó como terminó. Ahora yo tenía a una niña huérfana en mis brazos, tratando de reconfortarla de alguna manera, aunque no veo como podría hacerlo, siendo el responsable de su estado. No tenía idea
e temblaba y tenía espasmos, no eran de frío, eso lo sabía bien, así que me acosté a su lado, tratando de darle un poco de calor y contención. Acaricié su cabeza y besé su frente, como si
señor de
, pero ella no abría s
e algún día lo entiendas y me
– y volvió a sonreír – cuando
na niña adorable, pero cuando tomara conciencia de lo que le había hecho me odiaría por el
ya lo
guiera, me retiré a toda prisa. Al llegar al
todo en orde
a su gusto, que se parezca más a un dormitorio infantil. Hable conmigo sobre los gastos para que le proporcione el dinero. Mañana le empez
ñor, de
a corta edad que tiene, no le pido que la llene de amor, pero sí d
zo una breve pausa –
pero me reportará a mi directamente, y todas las decisiones qu
pero sí me interesaba y mucho, que una niña que tenía todo para ser feliz, lo fuera, pese a lo que le había hecho.