La culpa es del destino
sen
ejos de volver a la normalidad. Al c
ujer. Va vestido con un traje negro el cual permite que los músculos de sus brazos
é ha sido de él todo este tiempo? ¡¿cómo demonios es que Dylan y él son amigos y y
primer pretexto que me cruce por la cabeza, ya es tarde: Augustus h
cia mí, él ha terminado de bajar las escaleras m
da que temo por mi estabilidad física, no me sorprendería que mis piernas me fallen en algún momento.
onía mientras extiende una mano hacia mí «Así que este es el plan
recorra mi columna vertebral; pero trato de ignorar ta
ía y esa corriente eléctrica que sentí hace un instante, se convierte en una
Augustus pero Elizabeth no está fel
anos detrás de su espalda, se dirige a
un hombre para que me defienda, no cuando puedo
hace un motín de desacuerdo, a
s, tengo entendido que hace dos días, casi pierde
Digo con irritación -¡Y
o y los hombres que están delante de mí ta
tudio, allí podemos habl
ravieso en el camino de Augustus quien me dedica una sonr
mientras, al igual que él, a
aciendo aquí - Dice inclinando ros
con la mirada -¿Sabías que al llegar a
ndose de Dylan y mofándose de mí también, él sabe que nunca me ha gu
ándome con la palabra en la boca. Empuño mis manos, reprimiendo las gan
estino que s
onseguí. Conocí a Dylan, seguí con mi vida pensando que Augustus también había seguido con la suya, con un poco de suerte, esperaba que no me odiara. Pero mi paz e
r todos estos años o Augustus es una especie de genio y ni lo nombro tres veces seguida
ndo reacciono, me doy cuenta que he estado de pie, en el umbral d
servan expectantes, ha
son reacciones típicas que ocurren después de el t
a mientras yo permanezco en el mismo lugar, esta vez de brazos cruzados -Yo sé que e
atan de restar importancia al evento del cual sobrevivieron. Así no lo hacen ver
e quejo -No me digas, ¿acaso eres psicólogo de día y custo
e platos «¿Es consciente de lo que está haciendo? ¿Cómo va a soltar un comentario así, con tan doble sentido,