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Un contrato de por vida

Capítulo 3 3

Palabras:1142    |    Actualizado en: 19/11/2022

ientras me ponía de pie metiend

la otra línea, molestando

pensara que me voy a conformar con ella, y menos de su clase. No necesito una esposa regañona con la que lidiar todos los días. Sólo necesito un heredero, ni más ni menos. Y ella definitivamente no está calificada. Neces

e regañó con su molesta voz de c

, respondí con pereza, aguantando

s durante las noches, ¿verdad? - ronron

o no he tenido ganas de sexo esto

la sonrisa de la cara y se t

encontrado a otra persona que te dé pl

después de que no la llamara después de un día

Bertha. Espero que tengas eso inculcado en tu me

o-, dije con desparpajo y colgué el te

erde que dirigía

í.

nvíale una nota, ya no es necesaria-, ordené, cortando a mi secreta

ica de aspecto inocente. Ginna Ramírez

as me sentaba de nuevo en mi

A RA

stra cita para cenar en un restaurante italiano en East Murray. Llevo limp

s. Pero sólo por esta noche, les creo. Lo necesitaba para aumentar mi confianza y quizás seducir a Ángel esta noche

castaño cayera en cascada sobre mis hombros y mi espalda. Recibí muchas miradas cuan

Ángel entrando a toda prisa por la puerta de entrada y con un aspecto desaliñado. Su pelo, normalmente bien peinado, e

to frente a mí, pero evitaba mi m

de mi vino. Ángel no tocó el suyo. Parecía angustiado

é. La preocupación se entrelazaba en

n segundo, antes de coger su vino y bebérselo. Se tomó su tiempo para dejar la co

gie-. Comenzó. De repente, mi

emociones se arremolinaba en ella, y yo también lo sentía

á decl

icipación, conteniéndome para no chillar con la

añadió, haciendo una pequeña pausa como si intentara reunir

s me siento casi saltar de mi asiento de alegría. E

pausa. Mi mandíbula ya está entumecida por mi calculada sonrisa, sin qu

QU

ños de tener una familia feliz con él que había estado repitiendo

do hacer

sintiéndome histérica por el repentino giro de los acontecimiento

- Contestó suavemente, luego b

estaban abiertos como platos, mientras mis dedos

recía que mis lágrimas

ue eras un buen hombre, pero me equivoqué! - Esc

oda de Rickson y nos dejamos llevar-. A

rebro de guisante también estaba borracho de lujuria! - Divagué con asco y sarcasmo

aba engañando. Dios, soy tan estúpida. Sin decir nada má

gue con más fuerza, sin importarme las miradas curiosas que m

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