Contrato de amor con mi jefe
ítu
s y ma
La costumbre de presionar siempre el botón número nueve me ha
ia fue cuando las puertas se abrieron y el inmenso color caoba y madera clásico de las p
etro ochenta, si es que lo alcanzaba, pero delante de ese mueble ridículamente grande, sentado en una silla inmensamente alta y con los colosales ventanales y una her
con cortesía, pero él
ior no estaba mal, pero las horas continúas que pasaba sentada en ella había provocado que algunas piezas fallaran y se reclinara más de un lado que de otro. También me causó asombro que, ahora, todos los docume
desorden habitual y, realment
las alocadas con Marta, con la que me alegraba los días que mi jefa procuraba amargar. Tampoco podría chatear con mis amigos a escondidas, ¿trabajando en el mismo despacho del jefe máximo? Nunca, sería
an se había dedicado a invertir buenas cantidades de dinero en el apartado publicitario, especialmente en el tema de las modelos. La contratación de bellas damas que exhibiera nuestros mejores productos era uno de los fuertes de la empresa, pero últimamente estaba generando mucho
ho. No tenía sentido que chamas en sus veinte y tantos años, algunas aun cursando sus carreras universitarias, rechazaran salario
yo estaba demasiado alejada del núcle
, lo es
. Me estaba desesperando, sacando hoja tras hoja, creando de nuevo el d
scas
lgunas obvias, como el por qué la tenía él y eso tenía una fácil respuesta; era el nuevo C
ta en específico. Ya no era la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que ese
cho - dije sin muc
idió, levantándose de su asiento y
culo silencioso ambiente. Me situé a su lado, a una distancia prudente, pero me hizo una seña con el dedo para q
contratar profesionales tiene demasiadas desventajas; en primer lugar, algunas tenían el ego demasiado elevado y querían cobrar sueldos ridículos, incluso para nuestros estándares. T
que cualquier otra agencia de modelaje trucha del país, invirtiendo en una buena preparación con las excelentes profe
ue estábamos teniendo, el pago por formación se había disparado p
. - dije
a tomó cartas
manamente posible de salvar a Cannel de este embrollo. Esa mujer solo venía a la empre
in me miró y me sonrió egocéntrico, in
aso; una cosa era... leer mis pensamientos, pero ¿Saber tam
inismo. Él sabía lo que estaba pregunta
transmitir todo lo que quería decir. Me limité en exten
é es
o hace para saber lo que pienso, lo
alidad. Los ojos verdes se anclaron con los míos y sentí que era capaz de leerme como si fuese un libro abierto. Que su mirada podía llegarme hasta el al
lgo por el estilo? Mi sentido común me gritaba a todo gañote eso era imposible, pero la
, porque pude ver como el suyo se transformaba en
¿Q
me, descolocándome por completo. - No soy un
dícula y el rubor en mis mejillas me
as personas dicen muchas
Eso no tenía mucho sentido para m
onzara ni mucho menos, tengo como mantra nunca olvidarme de dónde vengo, ni cuáles fueron mis orígenes, por más tormentosa que haya sido mi infancia. Sin e
da de mí, no me que conoce de nada, solo de hace un par de días
me a que con este hombre,
rque tu padre era fanático y fue él quien te inculcó ese amor por el Arsenal... - comenzó a decir como si recitara una lista anotada en un papel. - El torpe feminismo que transmites lo aprendiste tarde... quizás en
s por ese fanatismo tuyo por el fútbol. Tú escaso orden, pero eficiencia a la hora de encontrar
ver un músculo. Percibía que mi cerebro se había frito por la sobrecarga de calor que comenzaba a quemarme la piel y como mis entrañas se licuaban. El corazón martilleaba contra
ad era una especie de X-Man o un acosador, cuando
ondulado largo, hasta la mitad de la espalda. Usaba un vestido azul celeste muy ceñido y corto que resaltaba un voluptuoso trasero que me dio una envidia malsana de inmediato. Las piernas
como pudo, Patrick se deshizo del abr
eñitas pecas esparcidas sobre los hombros, parte de las mejillas y sobre el puente de una nariz pequeñita y respingona. Unos
luchaban con los brazos femeninos, noté que en el dedo anular de él había una de
teojos. En comparación a esa mujer, yo parecía un adolescente y todo lo que h
aprendí a caminar decentemente sobre tacones. Si usaba unos como los que cargaba esa mujer, me habría partido un tobillo fácilmente. Incluso mi andar, cuando me relajo y no tengo que aparentar frente a los demás, es desgarbado, con un contoneo de hombros típico de lo
r en un perfecto inglés... pero con un acento algo extraño. Muy similar al de mi jefe. Inme
iadó de mí, que ya no sabía cómo escabullirm
ó de mi presencia. Se giró y me extendió la mano. Le devol
, Teresa
ara de Shibari Lengerie, necesito que por favor le redactes un contrato y lo lleves a recursos humanos - ordenó calmadamente, metiendo la mano en el bolsillo de
do, me di media vuelta y dejé al par. No le di tiempo a que me corrigiera,
dinner? I want to tr
Court, no está