¿Puedes Volver A Amarme?
ntró en mi habitación. Se sentó en el sofá
pequeño viaje de negocios que
puesto que tenía razón. Una mochila hubiera
va York unos días más. Pero no te preocu
ro aún parecí
quier
s- respondí
r
en el centro del sur de Italia. L
áfico, los perritos calientes baratos y las multitudes. No me m
ó la c
dejaste allí. Crees que lo extrañarás menos cuan
ora. Había dado en el blanco, pero no lo admitiría.
mos en u
l me d
ación y se paraba justo frente a mí, por un momento tuve la sensación de que me estaba mirando directamente a
sobre mis hombros y finalm
guien que era cie
X
terrizar. Viajar en un jet privado era mucho más cómodo que en un avión comercial. Aterricé justo después de las ocho, excepto que eran solo las dos de la mañana en Nue
vallas publicitarias me llegaban desde Times Square. Él había tenido razón, no extrañé ni un poco el aire sucio. Mir
ento aunque su trabajo fuera estar disponible para sus invitados durante todo el día. Sin embargo, había aprendido que incluso en un hotel de lujo, sonreír te lleva más lejos que posar como una diva como lo hacen la mayoría de los huéspedes. Ellos pensaron que eran mejores cuando en ver
que caminé un poco por la ciudad. No quería admitirme a mí misma que Nico tenía razón, pero tenía que admitir que esperaba algo más. Ahora que estaba aquí, no era tan atractivo como pensaba qu
en Italia, estaba en mi elemento aquí. Simplemente fui a por ello y vi dónde me encontraba. Perderse era lo mejor que podía pasar en una ciudad como Nueva York. Encontraste nuevos lugares, nuevas personas y viste la ciudad desde una perspectiva diferente. Porque saber a dónd
a vida me
teriores, y dando una vuelta a la manzana donde más tarde se realizaría la
trás mientras la mujer se ace
te acento sureño, y estoy bastante segura de que no me ha
. ¿Tienes
aluminio vacías
on satis
haremos espe
ra domingo, había pocas posibilidades de que nos encontráramos con alguien aquí. Aparcamos enfrente y salimos. Él tuvo la amabilidad de arreglar la cerradura, así que solo tuvimos que abrir la puerta. Por una vez, el almacén no estaba desierto, era una licorería.
o era bajo, más pequeño de lo que esperaba. Su ropa estaba gastada a excepción de sus zapatillas de deporte nuevas, y apostaría a que los zapatos eran ridículamente caros. Probablemente lo había comprado en previsión de una nueva riqu
n una sonrisa forzada- En realidad, t
sin hacer una mueca y él tr
que no fuera yo. Pero las conchas más hermos
tá la cosa?
a poco me di cuenta de que tenía u
ro primer
hombres detrás de mí. Dejaron las maletas a mi lado y re
o sabía que él se rendiría primero- Querías jugar con los grandes,
o parte del contenido en su palma extendida. Incluso en la penumbra, los diamantes brillaban como estrellas moribundas. Dudaba mu
ora el
me
no pagaré lo que es mío p
locos. En cuestión de segundos se dio cuenta de su situación e
o sabía eso-
igual que mi séquito detrás de mí, pero los detuve con una señal de la mano detrás de mi espalda para evitar que interfirieran.
diamantes pertenecía
eza con los oj
implemente los tiró. Los empujó dentro
nte era tan estú
s oído hablar de
go hizo una mueca de dolor. Sabía q
ahora, su dedo temblando. El cañón estaba a la altura de mis ojos. Ahora, Diego estaba temblando por todas partes, se es
Diego. Ahora no cometas un
ó la c
luego quiero que me sue
de calmarlo- ¿No podemos r
o ahora se dio cuenta de lo desesperada que era su situación y eso hizo que su fusib
les romperse detrás de mí. Pero aproveché mi posición baja y agarré el arma, y como él no se lo esperaba, simplemente se la arrebaté de la mano. En e
mo un no- dije
pequeña bolsa negra por la que estábamos aquí. Luego bajé la pistola,
Gabriela Castillo nunca- le dij
e segura de que nunca volvería a considerar robarle a ningún criminal. Me detuve afuera y cuidadosamente vacié el contenido de la bolsita en mi mano. Por lo que pude ver, no faltaba na
bolsa, la sellé bien y