El Misterio de Adeleine
lei
no me importa que me dijese, yo siempre he podido ignorar como duelen o cuanto me arden. Pero cr
lo que hago, más bien estoy lanzándolo sin piedad contra la pared. Recojo mi largo cabello en un mo
me hacen largos, la puerta trasera parece que me saluda alegremente. La abro y me despido del guardia con un gesto de mi mano. Desaparezco entre los arboles y paso la pequeña cerca. C
sentir
difuminadas se escuchan, pero sé que realmente no están. Esto solo es la huella de pesadillas que no puedo b
y unas ganas tremendas de levantar una rebelión. Pero siendo sincera, una sola contra cien
ando todos los pueblerinos me observaban desde adentro de la frontera del pueblo, lo guardias del Alcalde custodiaban que no int
días de haber recibido una paliza pública cuando me sacaron a la fuerza de mi hogar. No dejaron a mi madre interferir, mis
el torso, no podía mover la cabeza bien. Aún conservaba arena en la boca y dentro del ojo. Ojo que es
ntí remordimiento o arrepentimiento. No pensé en nada, solo quería terminar con todo de una vez por todas. Mientras me llevaban fuera del pueblo todos
yo. En esa misma calle donde me desate, aquellos que observaron el primer espectáculo me esperaban. Esos tres que me sostuvieron estaban parados a
baje el rostro, aún cuando los distintos fluidos transparent
sentir el cuerpo temblar de irá, desesperación. Justo en ese momento sentí que iba a morir, per
de desfallecer en cualquier parte del camino. Pensé en ir al bosque, pero fuera de los alrededores del bosque qu
, con hormigas en el cuerpo. Con el blusón semi seco de toda la saliva. Con el cabello pegado al cuello y la espalda. Con el ojo llorando sangre, la arena entro
loraba sin cesar, al inicio de la frontera estaba Quill. Supe después que fue a hablar con el Alcalde. Hizo que me
entí que toda la justicia del mundo era inservible, que los
veía más molesta cada vez que ella hacia acto de presencia, quizás porque desde niñas resalte más en la escuela. No lo sé. A veces me h
ue no debía hacerle nada, ella era intocable, mamá y papá si
so nun
el en cuerpo y alma. Como para soñar con su rostro, como para pronunciar su nombre a diario. El era el prospecto de mi amor, era el indicado. Papá estaría contento cuando
el dueño de mis emociones y yo era la dueña de las de él.
ción. Otro día vi una linda pulsera que tenía guardada en su saco mien
Ella fue a por mí y me humillo, Mirio dijo cosas que no eran ciertas, expuso mi amor, lo que yo era
J
os a escondidas, donde no podía ir a su casa o el a la mía. Donde la mayoría del tiempo
anza. También el pudor, y estando al borde del dolor y desespero arremetí. La golpee por llamarme zo
ones de hacerlo. Gracias a esos incidentes, tengo una r
por eso que tengo prohibida la entrada a muchas tiendas, o a lugares públicos. Es po
por allí no es cierto, entonces no tiene porque ofenderme
sastre que me persigue desde hace años
dónd
entos y me desconcentra, agradezco a los Dioses por e
eva un conjunto de dos partes que se une y forma un lindo vestido sencillo de color durazno. Su rostro fino y piel blanca hacen que
cansar en
en un bote de basura no muy lejos. Salu
o sí eso fuese a indicarme donde está la casa realmente.
hagan daño, ni mucho menos que le pase lo mismo que a mí. Así que cualquiera de todos los que están detrás de su falda que ella elija para mi está b
mucho cuidado p
su destino. -¡Ten cuidado con las agujas!-añado alzando la voz par
la esquina y se pierde de mi vista. Los pueblerinos cierran el camino haci
ta a pensar. Y pensar me deprime, aunque sean cosas alegres y divertidas, al fi
mantas. La ventana del techo deja entrar la luz, esta se reflej
a casa a dormir tranquilo. Que afortunado es ser un animal de verdad. Hago un ruido brusco al mover mi pie
costarse entre mi pecho y cuello. Lo toco con mi mano y su pelaje en mi piel se si
uince lo encontré en un callejón, tenía una herida en la cabeza y estaba muriéndose, había hormigas a
o poco a poco fue dejando de temer, lo cuide hasta que pudo an
sido mi compañero más fiel, ha estado conmigo en los momentos más tristes de
ancos bigotes me hacen cosquillas cuando acaricio su cabecita. Sus orejitas de color blanco y gris siempre es
as. Debido a ese trabajo papá y mamá le dieron la bienvenida a la casa y
con cariño. Sobre todo, cuando sale y no vuelve por días enteros. Como aquella vez que se fue por casi una s
semanas enteras en poder ca
fo. El agua fría sale y empieza a llenar la tina. Veo mi reflejo en el espejo y puedo ver mi rostro sin una pizca de
me veo una vez más, como tan
gas y delgadas. Me voy la vuelta y hago el intento de verme la espalda. Observ
o con cansancio. Recuerdo que esas marcas quedaron por ese
medicina me ofrecía para curarme. Y pienso lo mismo, de todos modos, si queda marca o
mi mente ahora, no tengo plane
el agua me cubre todo el cuerpo, el cabello amarrado se mantiene en su lugar y permite que pueda bañarme sin
todo mi cuerpo, por mi pechos y por el valle que se hace en medio de los mismos, por mi abdomen y zona intima. Me encoj
algo de la tina no sin antes jalar el tapón y ver como el
do en cómo a pesar de me asee aun me siento sucia. Algunas partes de mi cuerpo s
o son largas así que no les hacen tanta sombra a mis ojos, eso es bueno porque no acentúan más m
por el fluido. Su color sonrosado resalta, un color cambiante, ya que a vece
r sigue durmiendo en mi cama. Voy hasta mi pequeño armario y saco un vestido cualqui
a el le debo más que mi vida. Le debo todo, al igual que
acomodo mi falda. Ato los lazos que lo mantienen fijo en mi cuerpo
en tomarlo. No tengo intención de peinarme hoy. Voy a donde se encuentra Hunter y le doy un beso en
bitación, bajo
a sa
libro fino. Tiene sus lentes de lectura puestos y
er una tiend
dice: -Mucho cuidado, hija.
ta mi y me da un abrazo. Su cabello negro me hace cosquil
amá. Tranqu
r por completo volteo a ver la. No se ha movido de su lu
io directo. Unas cuantas casas más rodean la nuestra, un pozo en medio de la calle es el centro de reunión d
e que esta la tienda nueva. Sé donde es porque anteriormente pasé
caminando sobre varios techos llego en treinta minutos. Mi travesía empieza. Amarro mi
Real, sería una tortura ir de aquí a allá caminando por las ca
lujo a diferencia de muchas familias. Quizás si Iris no le hubiese dicho a su pad
la existencia. Estoy segura de que ella recibe algún pago por hacer miserable
ar o dañar algo de su habitación. Y decir que yo no fui, q
s preciosa, es donde más hay locales y tiendas, a la gran mayoría tengo prohibido entrar, pero a pesar de que no puedo pisar dentro, eso no significa que no pueda
da ver lo que hay y llevarme algo. Cruzo la última esquina que me falta y la veo allí. Es mucho más grande que las ot
mpieza a extender en el cielo. Y mientras más cerca me encuentro veo como ba