El legado de las reinas
n salto en la cama que asustó a la chica que dormía a su lado. Ella, se recompuso y
cariño?, ¿Pesad
cabello negro. Se levantó caminando hacia la venta gigante que se extendía frente a ellos. Se detuvo admirando la vista de la ci
que despertaba, arrancó un suspiro lujurioso del pecho de la chica que lo obser
ir sin esta vista - murmuró dejá
r a ese agujero decadente. Sólo serán unos días, lo suficiente para hacer frente a todo el papeleo refere
haya nadie mejor para dejársela. Bueno, según me has contado, no cre
ar a nuestra vida normal y no pensar en ese lugar nunca más. - dijo él metiéndose d
ar perfecto, además así tenemos tiempo de hacer un viaje
e, si no llegaremos tarde, como a todas
iempo suficiente. - comentó él sonriendo con pi
Alice recogiendo su rubia caballera en una coleta despreocupada
cho tráfico. - contestó él mientras levantaba con prisa l
protestó - ahora llevamos un buen
e mucho. - le contestó é
tor mientras sus ojos recorrían
s hemos demorado, s
do tanto a nadie. Su vida había sido un desfile constante de amores y desilusiones. Lo uno seguía a lo ot
que era su suerte en el amor. Ella pasó de largo, con un libro frente a los ojos. Sumergida en su lectura, tropezó y cayó
a mitad las cenas y le hacía pequeños regalos cada vez que podía. Cuando descubrió por primera vez que su apartamento era un l
apartamento y dormía en él un par de veces a la semana. Rafa sentía una felicidad indescriptible, sabía que había encontrado una mujer que lo amaba por quien era, no por lo que le pudiera
os selfies, videos cariñosos y los besos de Alice. Cada par de horas, el sueño la encontraba mirando a la carretera y la arr
ron cara a cara con su destino. Rafa se detuvo frent
ostro tomó una expresión nauseabunda y preocupada que Alice nunca antes había visto. El
al fin hemo
, como si intentara adivinar alguna presencia entre los árboles. De nuevo volvía la vista hacia el cartel y a la reja endeble