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El legado de las reinas

Capítulo 2 Bienvenido a casa

Palabras:1360    |    Actualizado en: 03/01/2023

tro, tocó su pierna. Tratando de enco

amor. Recuerda, so

iese remediar y guardó silencio. Su vista escapó por la ventana del auto, escudriñando el paisaje a su alrededor. La propiedad era enorme. A ambos lados del camino se alzaban sendos ár

rgaba una luz perfecta, pero no se lo dijo a Rafa, cuyo rostro r

curiosa verja blanca, que parecí

or supuesto -pe

de sus grandes rajones hacia una enorme palangana de mármol. Detrás nacían tres escalones de piedra, custodiados por dos leones con la

Rafa y se bajó, cerrando la

e la puerta, aun sentada en el coche. Él llamó a

gritó con to

e se le hizo eterno, apoyando la fren

? - inquirió l

an, Rafa apretó los párpados, como si le dolie

afael Cá

se abrió d

dándola a salir del coc

ró ella al verlo irse

rá de eso cariño, ven

puraba excelencia y poder. Para Rafa la entrada a aquel sitio era todo lo contario. No había regocijo o fascinación, solo los

ió antes de que él naciera, que había perdido a su madre, cuando era pequeño, y su abuelo lo había enviado a un internado. De seguro la casa le recordaba a el

erpo lo impulsaba a huir, pero no lo hizo. Puso la mano en la cintura de Alice y la acercó hacia é

te - le sus

ergió desde una puerta lejana, acercándose a ellos,

extendiendo su mano hacia Raf

sobre usted, de boca de su difunto ab

e hacía muecas a Rafa, quien acab

, sin duda un hombre extraordinario, lo extrañaremos mucho. - continuó e

está enfe

l luto que expresaba, sin embargo, solo h

con respecto al testamento y las propiedade

d era? - p

- Yo soy Gustav, he sido el mayordomo de la casa por diez años. Creo que

raba como si viera un enemigo mortal. Pareciera que toda la situación fuera a estallar en una pela muy desagradable de un mo

malgastar mi tiempo. Quiero

malas maneras intervino en la convers

o, la mantiene usted muy bien cuidada

volvió h

ijo tomando su mano y besándola a la vieja

aún más cuando conozca su interior. - volvió hacer una r

es amaderadas, las escaleras del mármol que se extendían en el centro del salón

con dificultad. Como el niño asustado que alg

na sonrisa torcida y un susurro

usted en casa, s

ras en gigantescos jarrones de porcelana. Rafa comenz

os- no necesitó ver su rostro para confi

ido especialmente que les preparen la habitación de su abuelo.

ojos de Alice, pero él no podía imaginar nada peor que tener que

antigua habitación. -

o seño

e no. - dijo a

, nunca lo había visto ta

n perfectas condiciones. Como bien debe saber, nuestras muc

redes. Cada uno representaba un individuo diferente. Todos eran hombres de miradas penetrantes, vestidos de negro, sujetando la misma daga. Encontró curiosa

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