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Una Sumisa Para El CEO

Capítulo 8 Virgen

Palabras:2559    |    Actualizado en: 10/01/2023

acia adelante, como si no le hubiera mandado hacer nada, sino que ni estarían allí si ella hubiera obedecido al princip

vivía dejando al todo poderoso incrédulo y con fuerza de voluntad de clavar los dientes en aquella boca carnosa y afilada. Como quería. Fue tras ella porque huyó y cuando lo en

antes, sabes cómo se hace. - habló como si no fuera nada, llenó el vaso de un whisky chic y se sentó en el si

lante de un hombre, tanto que no negaba su timidez y la falta de experiencia. Ella era virgen. Una virgen que más se preocupaba por estudiar, trabajar y mantener a su hermano después de que sus padres murieron. Y cuan

antes, sabes cómo se hace. - habló como si no fuera nada, llenó el vaso de un whisky chic y se sentó en el si

lante de un hombre, tanto que no negaba su timidez y la falta de experiencia. Ella era virgen. Una virgen que más se preocupaba por estudiar, trabajar y mantener a su hermano después de que sus padres murieron. Y cuan

e había gustado su rostro, era bonito no tenía que negarlo, o mentir. La forma de los labios dibujados por un lápiz labial desnudo se veía hermosa, nada llamativa, la cara de una verdadera niña, y debajo de la ropa grande, quería descubrir el cuerpo pequeño, pero pequeño, ¿cuánto? Cuando la camisa fue subiend

a exag

ado. ¿Le gustó? ¿Era capaz de atraer tanta atención de un hombre como él? La piel expuesta era aún más hermo

l elogio. No recordaba cuando fue la última vez que recibió

s cerrados porque no quería ver su cara cuando viera su braguita llena de ositos. Era un mico, lo sabía, pero le gustaban los estampados lindos, a porrazo de una virgen llena de niños. E

nuevo y sus piernas se volvieron gelatina, dio otro paso y bajó la cabeza cruzando sus manos por delante del cuerpo, su cara estaba

ía allí mismo, y ella no lo conocía bien. No estaba esperando a un príncipe azul, pero quería que s

ra de la piel suave. Quedó totalmente de frente a ella y sus manos bajaron por su cuerpo una de cada lado y se detuvieron en la cintura. Tiró de su c

anos bajaron más ahora, pasando por su Bund, donde apretó masajeando todo, sint

rse caliente y atraída por él? ¿Y aquellos toques? ¿Era así con otros hombres también? No,

brir los ojos - mandó y obedeció porque tenía que hacer, su voz era caliente de e

uir continuar, no por falta de palabras, si

ro para comprar algo que me atrae - ella parpadeó cinco veces, y abrió la boca, ¿no podía continuar con los

citarse, más de lo que había estado antes cuando la vio quitarse la ropa, ya podía ver el volumen entre sus piernas, pero después de tocar su coño todo se volvió loco. Él jugó con su clítoris y ella se mordió el labio reprimiendo un gemido, no iba a gemir para él, jamás

la humedad. ¡Caralh0! Él era un gato, seduciendo a cualquier mujer y a pesar de que esa era difícil, había conseguido con éxito, aquel dedo apenas había

letamente. La miró de pies a cabeza y s

l cuerpo hermoso y perfecto y volvió a mirarte

e costado poniendo la mano en la cintura. Aquello era una broma muy buena para ser verdad. Pero él estaba seguro en lo que había tocado, ella era virgen, aquella mujer, de veintitantos años, hermosa,

lgo, pero él sacudió la mano dici

ermosa que dejaba su cuerpo poseído, y su polla dolorida, estaba entumecida dentro de los pantalon

ro no tengo una lista de hombres para

tocarte - ella cambió su expresión de tímida dando una sonrisa, pero lo suprimió en la misma hora, no iba a mostrarle que le gustab

res un

iertos, riendo como un psicópata. Se sentó en su escrito

da, ella no estaba preparada y ni sabía qué hacer bien, estaba en la cara. Cuando terminó

el. Mel miró y se asustó y volvió a

jos se llenaron de lágrim

darme lo que quiero. - ¿Ella cerró la boca, incrédula, exigió tanto y ahora

a, pero no conseguía dejar de mirarla. - Aqu

Ah, él la follaría durante horas, lentamente saciando sus anhelos y sintiéndose lo mejor de todo por follarla de primera mano. Mel A

de ella de cerca. - Ya te tengo, nada más allí me importa - rió sádico y se

iendo su bebida. - Si quieres ser uno más de ellos, solo besa - Murmuraste eb

untó. Ella abrió los

y alternando con los labios. Él iba a besarla, p

re faltó la soltó de repente dejándola sin acción, no necesitaba acabar allí. - va. - le dijo que se alejara - Vete o te hago mía ahora - le dio la espalda a ella apoyándose e

llegó al piso de abajo y se encontró con las dos empleadas, mirándola

ó, y ellas se asu

ntiago? - ¿Preguntó la m

miga, ni lo sería. ¿O lo

e abrí la puerta a una desc

detuvo en la acera, tuvo el coraje solo allí de abrir de nuevo el cheque que él había dado. - No necesito todo esto - repitió de nuevo

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