Prisionera de Vlad Sarkov
no era muy pesado, sus jefes eran respetuosos y la paga era magnífica. Planeaba irse de intercambio a estudiar a Europa y su trabaj
rticulares a un niño rico cam
multiplicar -indicó, tomando notas en
aso y había desertado. El maltrato que sufrió por parte de sus compañeros le hicieron imposible siquiera volver a pisar un c
e lo habían pedido y sonrió con al
-felicitó Samantha, pegándole
esfuerzo. Samantha le sonrió de vuelta, mirando atentamente esos ojos que eran el motivo de que el pequeño necesi
eguir la lección en el jardín -sugi
sabía con certeza la extensión del terreno, pero con lo que había recorrido, no había encontrado todavía los muros
dena alimentaria y describir el rol
maestra. Ella era la cuarta que le habían contratado y le había gustado en cuanto la vio. Tenía el cabello castaño como el choco
y no dejaría que
Vlad acaba de aterrizar -informó
ncargaba de que todo funcionara e
ena de bienvenida esté lista
música y a eso se habría dedicado de no haber muerto trágicamente a los dieciocho años. Una brillante vida desperdiciada. Ingen, el menor, había nacido con esa extraña apariencia de sus ojos que, a su corta edad, lo estaba convirtiendo en un paria,
aumento. Era responsable, alejado de la vida licenciosa y un soltero codiciado entre las mujeres de la alta sociedad. Él era su orgullo, aunque no era perfecto. Había un lado oscuro y solitario que lo alekov, cuyo avión acababa de aterrizar en el aeródromo familiar. El joven, de cabello negro y pálida piel, miraba con aburrimi
mujer que está con mi
hofer, intentando distinguirla a la distancia-.
hinar furioso de los dientes de Vlad,
me fui. Es tiempo de corregirlas -a
e de ir a la escuela? -cues
az de hablar y sintiendo que el aire
do la deliciosa comida que sus expertos chefs habían preparado-. ¿Te ha
tra escuela no
aba que su esposo no estuviera para a
do varias veces y e
el tenedor un trozo de carne, sin atreverse
r que los que se camb
había pasado por la cabeza por considerarla completamen
s hijos malcriados a otro lugar y tú volverás a cl
i siquiera se molestaba en mirarlo, veía la lango
ompetente e Ingen se
ngen debe hacerse fuerte. ¿Qué es esa mierd
la mesa. Salió corriendo y respirando jadeantemente. Uno de los mayordomos, que se man
padre y tú lo c
tus manos -suspiró ella dando la conversación por
ejanía de su lugar de trabajo con la ciudad, le habían proveído de una habitación en la parte trasera de la mansión, en una pequeña
ón. Cada vez llegaba un poco más lejos, esperando hallar esos misteriosos muros perimetrales qu
ncia de la servidumbre, fue a la bi
o por ganarse otra es
ada de aquellos ojos coloridos le borraron la radiante sonrisa y, aunque intentó saber la razón de su trist
estrella a su colección, Samantha buscó a la señora Sar
eñora ¿Pode
trar algo en los archiveros del despacho. Otros dos hombres la
de cuero-. Llévasela a Vlad ahora mismo, luego hablaremos -le
Vl
iña, que se
ía cuidar su empleo. Pidiendo indicaciones llegó al tercer piso. Cruzó un oscuro pasillo
na profunda voz d
u madre le
cuando un grito de "¡Alto!", proveniente del hombr
nida a mitad de dar un paso, tambaleando para no caer. -Y encim
ombre, de apariencia tan joven como ella, se creía tan importante
llamado
otizada por esos oscuros ojos
rta y lárgate -ordenó Vlad, volviendo la vis
l piso por si lo había ensuciado. Así la había hecho sentir aquel joven con su rudeza y altaner
Samantha estaba por cruzar
Olvidándose de todas las reglas, volvió a entrar a la habitación, dando fu
za, con expresi
madre me pidió que le traje
uién eres? -Su voz e
regañaba, como si nada lo alterar
ondió ella, aferrando su orgul
iendo a mirar su computado
*
ra. Hay eventos del pasado qu