Cuidarte el alma
de mi coche, llorando, mientra
segura de que intuye que he sufrido una pérdida, pero no tiene idea de a quién estoy llorando. T
que debo explicar, pero él no me da pie para hacerlo. De hecho, lo único que ha dicho desde que subimos al coche fue: «¿Adó
e limitó a asentir, y
que llamar a Aurora, y contarle a ella y a mis hijos la triste
la de otros, porque lo cierto es que me siento una especie de robot, una ma
ncuentro lo que necesito allí. Aun si lo diese vuelta, apa
sas que ahora está en modo serio y silencios
pañu
asero antes de partir. Es lo único que fue a buscar a su coche, mientra
l parking. Espero que no haya problemas
endí el alcance de es
o de su parte. Y asombroso, realmente asombroso. Tanto como el hecho de que, sin apartar
a una novedad. Y el hecho de que lleve un morral también lo
así de serio, parece mayor. Viste vaqueros y zapatos estilo deportivo agamuzados, lo que le otorga un cierto aire juvenil. La chaqueta
onto, pero sigue sin dir
da estarlo -conte
sí en estos momentos -me di
do, pero al parecer sabe que me siento tal cual
dentro como creía, porque le
s lo que me ha pasad
mo se ha ofrec
áforo está en rojo y él
a su padre. Un infarto... -me di
erarme a través de la puerta abierta de la oficina de César, y también presenció
nsuelo en este momento. Ni que no ha sufrido, como le h
lo que mi supuesto jefe me dijo, sino t
que antes de que pueda pre
os labios. Sé que no está bien, y dadas las circunstancias eso
eso está claro. Y ahora que el semáforo se ha puesto en verde y avanzamos, aprovecho que está mirando al frente pa
stupidez. No queda claro si quiero saber por qué me pide disculpas, por qué lee los labios,
e los once hasta los diecinueve, cuando f
muchas veces pensé que un duende se divierte a mi costa, poniendo en mi camino cosas a
stura y por eso permanez
. Otra mirada que se
qué diablo
en mi falda y le
n ha perdido a su padre?», inquiero en leng
hora después de enterarte de que has perdido a un ser querido,
mo lo hago yo cuando no sé qué demonios decir por la sorpresa, o
nosotros lo obligan
ma, pero estamos unidos por algo que nos dice q
erio» que va a enterrar a su padre, y aun destrozada por dentro,
nada sobre mi peculiar forma de comunicarme,
cia igual que lo hicieron con usted. E igual que
es algo... No tengo palabra
n voz inexpresiva-. Le habían hecho unas pruebas en el hospital y estaba algo mareada, per
. No la esperaba, eso seguro. Y también es u
r qué así. Me doy cuenta de que intenta justificar el motivo
blar de eso, y tengo la sensación
to -digo
muero de ganas de saber la razón por la cual ha aprendido el le
rovoca una sacudida en mi interior. Estoy loca, totalmente tras
asomar nuevamente, y yo me apresur
mbre sabe de qué se trata porque lo ha vivido. Ev
a ella? Con disimulo me fijo en su mano derecha, que está en la palanca de cambios.
varme: identificación. No estoy en condicione
acia nos
duende travieso elucubró, que nos mantiene aquí sentados uno
yo no s
y extraño que estemos hablando en el lenguaje que sea, sin haber
as arrugas en torno a ellos se hacen patentes y también hay otra cosa... Brillan. ¿Lágrim
mano ahora, pero se la voy a d
dad se instala entre nosotros y no sé por qué. El anonimato qui
amargas cuando me las trago. Vuelvo la mirada hacia la v
ó a poner las gafas de sol, y
anto, yo r
e, crezco y no quiero, porque sé que no estás, no están ni mis travesuras ni las tuyas, no está tu olor a tabaco achocolatado ni tus llamadas intempestivas a las mil y quinientas, cuando de pronto despertabas y se iba el Alzheimer y volvías a ser mi papá. No sé qué daría por volver el tiempo atr
, y de pronto se transforma
mueve. Estamos detenidos a la orilla de la carretera, y él está a mi lado. Aun sin ver
solo espero no haberme babeado como tantas veces. ¿Y por qué estamos parados aquí? Me enderezo, me
turón de seguridad que me
en su boca me hace dar vueltas la cabeza; me deja sin aire. Def
ue... Tengo que h
les diga a los chicos, porque yo no puedo hacerlo... Le aseguro que estoy bien, y que alguien de mi trabajo me está llevando. Le tengo que decir dos veces que no deseo que me acompañe n
... Me recuesto despacio mientr
momentos que me gana la indignación, porque mi chiquita jamás ha podido deleitarse co
os queda la piel, amándonos/ es volver a
con papá y aparecía alguna situación amatoria. Una verdadera estupidez sentir p
ejillas. Qué ganas de abrir la ventanilla, Dios mío. Necesit
usia, ¡cómo te odio! Chay
de espacio personal con este hombre, mientras escucho esta canción justo un día en el qu
.. -lo escucho de
de puta de Chayanne sigue canta
o no sé de qué/entre las sombras de los ár
ber subido el
pongo a bajarlo, él adivina mi intenci
ulo. Y si no estuviese camino al entierro de mi p
onozco, en mi coche con los vidrios empañados. Mi padre acaba de morir y mi cor
mo re
tiene mis dedos cautivos. Y cuando ya no
za recostada en su pecho, mientras amortiguad
e necesites, Gabr
hubiésemos follado hasta quedar exhaustos,