Hit me, Cupid
po indefinido, pero el problema es que no hay nadie disponible que sea medianamente decente.
oce como la chica detrás de los libros o como la chica intelectual en la esquina de las clases. Mis
ona detrás de la máscara tr
murmullo que hace que esa persona especial se materialice si solo dejas caer tu nomb
lamente com
P
llas. Sobre todo ahora que era el comienzo del año, donde todo el mundo todavía estaba abrumado por una especie de humo de color rosa después de haber pasado un verano glorioso. Todo eso era un homenaje a mi hab
cirle a Cupido cómo hacer su trabajo. Las personas confían en el juicio de Cupido más que en
e que yo escogí es más feliz que la
T
n a esa voz mientras me incli
de los
fría como el hielo. Me obligué a no responder
lidad tenía más bien un tono de r
por una nerd. Me leva
s me ponía de pie-. Pensé qu
mucho más alto que yo antes de detenerme en sus ojos. Las palabras casi se atragantaron en mi garganta
con toda clarida
s réplicas implicaban que había algo que defender y eso era imposible. Al menos para Darren McGavern, el Príncipe de Hielo, el chico más rud
chica de los libros». Por lo
ás bien informada -se burló-.
era un eufemismo. Simplemente me negaba a bailar al ritmo de su música, o eso es lo que siempre pensé hacer en el
mirándolo con tanta inocencia como me
area divertida.
, esa expresión me habría parecido horrible. En él, no
ver lo que metió dentro, ya que su alto cuerpo me lo impidió, pero estaba segura de que había metido algo.
e las cosas que podría haber hecho para mostrar su gratitud sin comprometer su dignidad. Pe
no sonar demasiado aturdida ni siquie
RR
enas me llegaba a la barbilla, a la que podría partir a la mitad sin ningún esfuerzo, se enfrent
insolencia. Se atrevió a corregirme, incluso a fastidiarme. Bueno, por
util y sonrió. Tiré
nadie. No va
e de convencerme de lo contrario. Pero eso
a llegar a mí. Maldita sea. Maldita niña, que se vaya al infierno a donde pertenece con su ropa de tienda de segunda mano y sus joyas de diez centavos (no, no creo ni que
, D-M
a tan rico como yo, tan solo los Lexington lo eran. Sin embargo, era fácil de llevar, no discutía y se lo
-respondí con
esta semana? -preguntó, tro
el fútbol (era el mariscal del equipo). Sin embargo, no necesitaba el deporte. Mi buena apariencia y el dinero me daban a todas las chicas que jamás podría desear. Bu
Brock aún seguía parloteando-. Es probable que ganemos, pero un
iado entusiasta. Y hablador. Me vi obligad
n casa de
ial. Lex celebra f
vez lo había admitido en voz alta. Las fiest
ck. Vamos a una casi tod
rmanastra de Lex se deja ver. No l
ene una
ción. Conocer a chicas nuevas era siempre bueno. Ahora casi todas tenían pareja graci
r? -pregu
respondía lo mismo. Otro ej
lo hago siem
o y ella retrocedió con prisa, mirándome con cara de as
nvirtió en una m