Segundos Platos
Sebastián y Raquel había sido más que simple química. Al despertar, Raquel sintió los brazos de Sebastián rodeándola, todavía dormido. Sonrió. Estaba triste
resar a su casa, así que cuando Sebastián le pregun
s me dió la sensación de qu
frotaba las manos por el frío. Raquel notó cómo iba vestido. Era el mismo estilo de siempre del Sebastián q
en el cuello. Lo cual es totalmente absurdo. Pareces un niño rico. –Rió y suspiró. -Okay, p
ntas. Cuando nos vimos solo me pediste pe
taba siendo más que honesta con él. Le tomó la mano por encima de la
de este lugar, ¿Valió la pena? Solo q
ó la invitación y poco a poco fue organizándose para irse. Y que la aceptaran en Madrid en una universidad le pareció la excusa perfecta para decirle a su familia y poder irse s
a nena con el corazón roto, y no quiero verte así otra vez. Nue
aba "Desde que estamos juntos" de Melendi y rió. -
más PERRO q
evantarse y comenzar a cantar la canción que sonaba. Era igu
rtara nada más. -De repente, tú cambiaste de semblante. Me empezaste a ver galante. Y yo te dije: "eres mi
hace siglos
Con solo una sonrisa" del mismo autor español y luego de unas estro
como dientes. Tú sufres porque no sabes como parar el tiempo. Yo sufro porque no sé de qué color es el viento. Tan dulce y hechizante que se escapa de tu boca, con solo una sonrisa mi
cenario y le dió el micrófono. -Es
n't be shy" de Karol G, ella hablaba bastante bien el inglés por lo que no se equivocó viendo la letra, más que se s
Gabriel, Raquel suspiró mientras estaba sentada al lado de él, en el jardín de su casa, en el césped donde solía sentarse a leer. -No te voy a juzgar, Raquel. Muchas personas pasan años enamorados
abes? Era mi amigo y si la vida me deja, creo que es lo único que podrá ser ahora. Está casado. Y si algo no quiero ser es ser la segunda opción. No haría lo
minó la canción de Alex Ubago y que definía perfectamente su amistad pasada y que sus emociones no habían olvidado. El viento soplaba frío y mientras se abrazab
mir. ¿Vienes? -Sebastián rió y asintió. Lo que recordaba es que habían sal
hasta su habitación y lo llevó adentro. Estaban en el punto de la ebriedad dónde todo es risas, la habitación rosa se tambaleaba en sus cabezas
solo se acomodó y lo abrazó para luego, dormirse. Él tardó un poco más. La respiración de Raquel era suave, tibia. Y le tran
. Un poco despeinada y con las mejillas rojas. Sus manos estaban entrelazadas y
intió y se estiró para levantarse. -Supongo qu
tampoco. Te invito a desayunar. ¿Se te antoja un café? Yo t
o en Madrid. Salió corriendo al baño a vomitar pues aquello la había mareado. -Supongo que no. -Sebastián se levantó y la
, dejó que Raquel se lavara la cara y se enjuagara la boca. La llevó
igeros problemas para adaptarte al alcohol. -Recogió su abrigo y
s aquí. Ya le hablé de ti,
as mejillas rojas y sus labios en puchero le pudieron más que su lógica de irse, así que volvió
mos visto en diez años y no sabes cuánto te extrañé. Mejor cuéntame qué has hecho en todo est
onar la palabra sexo. Ahora la dices
só. -Dijo Raquel con los ojos cerrados.
Madrid desde que tú te fuiste, pensé que irías más lejos. ¿
iendo en un piso estudiantil y luego comencé a trabajar, y no
niña buena a pesar de que tu
diablo. Quería encontrar un buen empleo, un buen lugar donde vivir. Un amor. Pero el amor no t
hermosa, ya llegará alguien.
ía, puesto que él la había amado así. Raquel alzó la mirada y sus ojos se reflejaron en el azul de los ojos de Sebastián, sus corazones iban
lientes de Raquel, su piel era suave, y su boca, más dulce de lo que recordaba. Ella no tardó en responder a su beso, en aquella danza de d
deseo entre tú y yo
paces de llegar. Y no sería