Amores Extraños
ue no sé porque me sorprende, a él le encanta las fiestas en grande. Si de por si no tenía ánimos de salir, ahora mucho menos quiero entrar allí, p
rcibido, algo que de verdad me hace sentir un poco mejor. Camino entre la gente hasta que,
en la espalda. -Pero ven que te presento a todos- Continua
e.- Respondo, aunque claro, por
irarlo confundido. -Te has perdido de muchas cosas estos días- Se explica como entendiendo lo que pasa por mi mente.
castaño oscuro, unos ojos azul cielo, y una figura que invita a recorrerla. «Ese vestido rojo pegado
razón me provocan ganas de besarla así de repente, casi como si fue
ría una noche con ell
Le respondo con
mujer así de hermosa con quien pueda olvida
gunta Santiago a todo vol
r -¿Qué quieres tomar?- Le pregunto acercándome a el
s -¿Una margarita?- Responde más como
- Le propongo y tomándola de la mano hago que venga conmigo a la barra. Sigue mi ritmo mientras vamos esquivando a la gente que baila sin par
entras que yo busco la excusa perfecta para acercarme a ella -¿As
casi al oído a ca
e cuá
Contesta e
pectacular con ella y después cada uno pued
e das tu númer
emos ser amigos- Mencio
igos no...» Pien
r qué no-
Me pide y saco el móvil d
a mientras que me
s?- Le pregunto al ver al bar
barman inclinando su cuerpo de una m
rada, y claro observando el pronunciado escote -¿Pa
- Intercedo un
ñes amigo.
omiendo un Valencia Peach Sunset- Le re
onriente, y se acomoda de una fo
sabes?- Le pregunto sin a
on una sonrisa y luego acomoda un m
ha puesto
e pregunto dándole un
s, ahora trabajo en eso- Me
dora de interiores- Le cuento queri
e verdad?- Preg
s años tienes
7.
ella es p
ole su trago y me mira -¿Tú qué quieres?- Me pr
e manera fria y no me impor
acue
pregunto al ver que
sponde y luego mira al barman -¡Esta buenís
?» Me pregunto e inten
unto refiriéndome
aro- Dice sin probl
está muy bueno -Aquí tienes- Vuelve
lejarnos de la barra. -¿Bailas?- Le pregunto llegando a la pista
vada. Junto mi cuerpo al suyo y la sujeto con mi mano libre, ella hace lo mismo y de esta manera nos comenzamos a mover al ritmo de la música. «¡C
a la mía en una de las mesas. Regresó a ella y seguimos bailando, pero esta vez sus dos manos se sujetan de mí, al igual que lo ha
ije algo- Me di
- Le pregunto con
a profesional- Declar
o se pone ca
toda una caja de sorpresas- Continuo y aprove
ta y yo solo puedo
a mi imaginación, sus labios saben a caramelo. «Necesito besarla con más intensidad» Me ruegan mis sentidos, y mi lengua le pide acceso a su boca y ella me lo concede. Besa como los dioses, sabe muy bien donde coloca
a también siente deseo por mi -Lo siento guapo, no soy una d
me va a hacer esto...» Pienso y es