Una dulce venganza
sa camioneta en la que andamos es bastante cómoda, igual el ca
apacidades. Aún sufría de muchos espasmos y dolores musculares, así como migra
ajar de esta manera en mi condición, sin embargo, según Hugo
s a una zona bastante rural y campestre. Estaba ansiosa, Hugo e Iván me habían dicho que ya está
etiro", un nombre bastante ideal. Desde la entrada, el campo estaba cubierto con un verde césped hasta donde po
a húmeda me embriagó, resultó refrescante. Levanté la vista y el cielo azul c
veía enorme desde afuera y con una arquitectura bastante moderna con en
neas rectas, los grandes cristales que la cubrían, la mansión estaba preciosa, relucía pintad
ván me sostuvieron por los brazos para que no me cayera. Sentí como todo se nubl
n la puerta era mi p
¿Mayra? ¿E
me cargaban como a un infante, apenas pude abrir los ojos, vi que era Ro
aba con una facilidad impresionante y no es que estuviera delgada con la dieta que me habían puesto en ese lu
sofá y se sentó en una oril
estás bien?. - Su
ía no podía hablar, simplemente me quedé estática, observándolo.
odo bien? ¿Necesitas de un doctor? Llamaré a
enuinamente preocupado, sostenía con fuerza mi mano y yo quería responderle, quería hablar, deci
llí parados!? ¡Vayan
e y salieron corriendo de la habitación. Estábamos solos, Roberto se acercó todavía más, inclinándose
e a mí, vivo, después de darlo por muerto, no obstante, también la situación me comenzaba
ado a otro como si negara algo. - Debí suponerlo, estabas muy sedada con los medicamentos. No podía aparecer otra vez porque corría el riesgo de ser descubierto y los muchachos también tenían prohibido mencionarme por el
. Hugo e Iván venían de regreso, ya habían llamado al doctor, t
uen doctor que se instale por una tem
tan inquieto y rezongando me hizo recordar lejanamente al Roberto de pequeño, con quién crecí. Eso me causo graci
¡Roberto está vivo! ¡Tu primo
, él me acompañaba y me cuidaba, como siempre lo había hecho, mi corazón se llenó de alegría, sentí como si mi pecho se hub
obe
stiré mi mano hacia él. Roberto caminó lentamente hacia mí, como si temiera asustarme, nuevamente, tom