Secuestrada por un error
on el desgarro en su corazón al ver cómo el hombre al que amaba, el padre de su hija, la trataba con tal despr
-sollozó, mientras sus lágrimas caían al suelo-
eor de las traidoras, como si su dolor y sufrimiento no significaran nada. Señaló hac
a prueba de ADN y salió negativa -e
mo es posible? pensó. Él fue su primera y única vez, desde el momento en que la compró en ese infiern
endo que su mundo se tambaleaba aún m
amor, ahora solo era odio. Juliana sintió que ya no podía más. Había soportado todo: los maltra
o a la pequeña Luz, su única luz en medio de tanta oscu
icia, con su cabello rojo y su risa venenosa, había sido la amante de aquel hombre y se había encargado de hacerle la vida imposible
Patricia, con una sonrisa cínica-. Se revuel
amable con ella. La había ayudado en silencio, entregándole anticonceptivos en secreto, sabiendo que su "dueño"
ogró decir Juliana, su
no iba a
le es un agente de la DEA, entró encubierto
enas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la agarrara por el cabello y la arrastrara al suelo u
ritó él, completamente fu
abrazándola con todas sus fuerzas, como si ese pequeño cuerpo pudiera protegerlas de
e color, de pie, apuntando el arma hacia el suelo. El cuerpo de aquel
una urgencia inconfundible en su voz-. Los otr
do, se arrastró hacia ello
Tengo dos niños... -rogó,
atención. Sabía que el t
ana, v
una eternidad, pero no se detuvo hasta que llegaron al carro. El escolta la ayudó a subir con Luz en brazos, y antes de
Juliana supo que su vida, aunque siempre había sido difíci