Mi Insignificante Secretaria
ra el asunto, hizo que renunciará a su trabajo, su abuelo era
de interceder por ella, la decisión del abuelo fué inapel
atro años del incidente en su trabajo. Les dijo claramente que si no la dejaban trabajar se iba a ir de l
nada y su abuelo la había mirado con la frente arrugada, pero la quería muchísimo y no iba a dejar que se
llo que se veía en su cara y que sentía ahora por su nieta, y luego ha
e le hizo permanecer callado, se dió cuenta de que la determinación de su hermana era irreversible, como la de su abu
mado de una empresa, la primera que probaba
or su juventud y apariencia. Ella se quedó mirando a su misma para ver qué estaba mal y el joven (porque era un joven asistent
. Siempre pensó que era una joven normal, aunque sus amigas en la universidad bromeaban con ella porque tení
as horribles. Y ni hablar de su pompi, tenía, al decir de sus amigas de la fraternidad, un trasero perfecto. Por eso ella u
reloj de pulsera y vio que eran apenas las tres de la tarde, tomaría el bus de las tres y media y estaría en pleno Manhattan a la
ían esa oportunidad? En especial, ¿Por qué? Después de hacerle dicho que no reunía los requisito
ara ponerse una de las que usaba en J.P. Morgan, era un traje de ta
a Manhattan para una entrevista de trabajo, ella era la única que estaba
y se dirigió a la parada del bus que la dejaría cerca de las oficina
e y después de esquivar a un hombre, que se le encimó como si f
eparatoria el abuelo la había inscrito en un gimnasio donde enseñaban defensa personal y artes marciales, dónde resultó que ella tenía mucha habilida
n grupos, ni tampoco le gustaban mucho las fiestas o las salidas nocturnas. Pero había algo que a ella sí le encantaba: el mar. Para e
sabor salado en la boca después de haber nadado un poco y en especial lo
an en cuenta para que le dieran el trabajo. Rachel se paró delante del enorme edificio