Estaba tan desesperada que haría lo que fuera por conseguir lo que tanto anhelaba, así que decidí invocarlo, un cúmulo de neblina oscura inundó mi habitación, y entre esa neblina logre verlo, era alto, vestía de traje,y su sonrisa era encantadoramente perfecta, y sus ojos... rojos como el infierno. Aquellos malditos ojos rojos me volvieron malditamente loca de placer por tenerlos todos los días a mi lado. Invoque al diablo para evitar que mi novio me dejara por otra mujer y ahora estoy obsesionada con el hermoso ángel caído.
El invierno había llegado luego de una larga temporada de calor, la nieve descendía de las nubes hasta aterrizar en la acera. En mi rostro se surca una sonrisa, por fin era nochevieja y mi novio Justin y yo pasaremos juntos por 6 vez esta celebración.
Lo conocí justamente en la universidad, él era un jugador estrella en el baloncesto, todos lo veneraban y lo consideraban el próximo Michel Jordan, sin embargo la vida le pasó una mala jugada. y es que Justin sufrió una lesión justo en uno de sus partidos más importantes, partido que lo catapultaria a la NBA, sin embargo nunca se pudo recuperar.
Pero yo aun así lo amo con todo mi corazón, Justin es el amor de mi vida, y algo me dice que esta noche por fin me pedirá matrimonio. Así que me puse más bonita, con un vestido ceñido a mi torso, y su falda era amplia y larga, mi maquillaje estaba pulcro y por supuesto las uñas estaban pintadas de mi color favorito... el rojo.
- Buenas noches Joseph. - Saludo al guardia del edificio en el que vive Justin.
- Señorita Blake. - Una sonrisa, o más bien una mueca, se asomo en su rostro. - ¿Que la trae por aquí?
- Tu de bromista como siempre Joseph. - me carcajeo. - Vengo a ver a mi novio y ¿quieres que te cuente algo?
- Adelante. - Aún permanecía con aquella mueca.
Pero aun así me acerqué a él y le susurré al oído.
- Creo que hoy me pedirá matrimonio. - Me alejo emocionada, dando unos brinquitos.
- ¡Wow! yo... no tengo palabras exactas para decir ahora mismo.
- No te preocupes, yo también me siento nerviosa, pero bueno... Deseame suerte. - Levanto mi mano y cruzo mis dedos, para luego entrar al edificio.
Subo al elevador y presiono el piso numero 10, y la tipica musica de elevador resuena en toda la cabina, sin embargo un poco de estática interrumpió el sonido, y segundos después Can't Help Falling In Love de Elvis Presley comenzó a sonar.
Fruncí el ceño bastante confundida, pero no le di importancia. Las puertas se abrieron y camino por el pasillo largo hasta llegar al departamento 10-02, Rebusqué en mi bolso las llaves que Justin me había dado en nuestro tercer aniversario. Una vez las encontré, abrí la puerta y fui recibida por una risa femenina, algo que no encajaba en mi comprensión de la situación. Justin nunca me había informado que su madre vendría a pasar el Año Nuevo con nosotros.
La extrañeza se intensificó cuando escuché otros sonidos provenientes de la habitación de mi novio. Con paso decidido, pero cuidadoso, me dirigí hacia allí, y el sonido se volvió más claro, más evidente. Las lágrimas ya resbalaban por mis mejillas antes de llegar a la puerta.
Abrí la puerta de golpe, y lo que presencié rompió mi corazón en mil pedazos. Justin dio un brinco, cubriéndose junto a la chica que estaba con él. La escena era desgarradora, y la traición se manifestaba claramente en ese momento. Mis emociones fluctuaban entre la ira, el dolor y la incredulidad.
- ¡Blake amor! - dijo Justin notablemente nervioso.
- ¿Amor? - mi voz salió entrecortada, con la fragilidad de alguien cuyo mundo se está desmoronando. Las lágrimas seguían su curso, y mi corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de salirse de mi pecho.
Los miles de recuerdos llegaron a mi cabeza cuando lo conocí por primera vez, su cabello siempre ha sido llargo y de color asabache, con unos hermosos ojos color miel, siempre ha sido un hombre que llama la atención de todas las mujeres, y de cierta forma me sentía afortunada, porque él nunca demostro interes por otras mujeres, pero... parece que me equivoque.
- ¡Dios! - Llevó las manos a su largo cabello. - Debiste llamar.
Justin se levanta de la cama y toma su pantalón para colocarselo.
- ¿Debí llamar? - preguntó con cinismo. - ¿Para qué? para que me siguieras colocando el cuerno. - Justin se acerca tratando de tomarme de la mano, pero rápidamente me hago a un lado para evitarlo. - ¡No me toques maldita sea!
- Blake, por favor escúchame, no es lo que piensas.
- ¡¿Y qué pretendes decirme?! ¡¿Que es tu prima y la estabas haciendo cosquillas?!
- ¡No! Por favor escuchame.
- A ver, defiendete. - Me cruzo de brazos.
- Hablemos en la sala.
Miró en dirección a la chica, la cual tenía mitad de su cara cubierta con la sábana, viendo y escuchando con atención todo.
Suelto un bufido de enojo y caminó en dirección a la sala con Justin detrás de mí.
- Escucha Blake, yo... esto tambien es dificil para mi.
Suelto una fuerte carcajada.
- Es increible como quieres hacerte la victima de todo esto, cuando la que sufre soy yo.
- No trato de hacerme la victima. - se defiende. - Por favor sientate. - Señala al sofa.
- No, aquí estoy bien.
- Blake, por favor, no te hagas la dificil.
- Te dije que no y punto. - Me cruzo de brazos.
- Como prefieras. - Levanta sus manos al aire. - Blake, se que nosotros tenemos una historia, nos conocemos desde la universidad, estuviste para mi cuando más lo necesitaba, pero... yo ya no siento lo mismo, siento que estoy encerrado entre cuatro paredes y la monotonia me esta consumiendo, yo no era así, yo era un chico activo, salia todo el tiempo con mis amigos y ya no lo hago, extraño esos tiempos en los que salía y conocía chicas, pero nunca quice hacerte daño, eres una mujer especial para mi.
- Pero aun así lo hiciste, y tu más que nadie sabe que odio la infidelidad, sabes por todo lo que pase cuando era una niña, y aun así decidiste engañarme con otra mujer.
- Lo siento.
-No, tú no lo sientes, porque si lo sintieras, me hubieras pedido que termináramos. - dije con la voz quebrándose, incapaz de contener la emoción que me embargaba. Las palabras salieron con un amargo sabor de decepción, como un susurro cargado de dolor que escapaba de lo más profundo de mi ser.. - Sabes... - Tomó una fuerte bocanada de aire para evitar que mi voz se entrecortara. - Pensé que hoy me ibas a pedir matrimonio, por eso me vestí bonita hoy, estaba dispuesta a ser tu mujer para siempre, pero mírame, fui una maldita estúpida, al creer que eras un hombre diferente.
- Blake, nunca te engañe, siempre te fui fiel, pero ya no siento lo mismo.
- ¡Debiste decirlo antes de que te descubriera siendo infiel! - Suelto mi mano en una bofetada a su mejilla. la cual resonó en todo el lugar.
- Me lo merezco. - asiente con su cabeza.
- Te odio Justin y voy a hacer que nunca te olvides de mi. Sabrás de mí muy pronto.
Me alejo de bajo su mirada, la podía sentir sobre mi nunca.
Cada palabra era un eco de la desilusión que me consumía. Había depositado todas mis expectativas en ese día, imaginando un futuro juntos, comprometiéndonos en un lazo que creía inquebrantable. Sin embargo, la realidad que enfrentaba era cruel y desgarradora.
Mis lágrimas se mezclaban con el dolor, y mi voz temblaba con la tristeza que emanaba de lo más profundo de mi corazón. Sentía la amargura de la traición y la desolación de ver mis sueños desmoronarse. No solo me dolía la infidelidad, sino también el hecho de haber confiado ciegamente en algo que parecía tan sólido, solo para descubrir que se desvanecía como arena entre mis dedos.
Al bajar al primer piso, Joseph el portero del edificio me lanzó una de esas miradas de pena, él lo supo desde el principio y no pudo decírmelo, ahora entendía porque me miraba de aquella forma cuando iba a entrar al edificio.
- Hasta luego señorita.
Miles de pensamientos corrían desbocados por mi cabeza. En situaciones que superan mis límites habituales, la claridad de pensamiento se desvanece y me veo propenso a cometer locuras de las cuales sé que me arrepentiré al día siguiente. Al llegar a casa, no dudé y me dirigí directamente a mi refugio de conocimiento, la biblioteca. Mis dedos se deslizaron sobre los lomos de los libros hasta encontrar aquel de portada marrón y hojas amarillentas, que había sido un tesoro de mi familia durante 120 años.
Bajo las historias que mi abuela me contaba en sus noches nostálgicas, descubrí que nuestra familia provenía de un largo linaje de brujas. Cada una de esas mujeres dejó su huella en aquel libro, escribiendo hechizos para todo tipo de propósitos. Sin embargo, había uno en particular, un secreto oscuro que mi abuela me prohibió explorar cuando me entregó aquel legado.
Según las leyendas familiares, aquel hechizo detentaba el poder de atrapar al mismísimo diablo y obligarlo a cumplir un favor. La sola idea me llenaba de inquietud, pero en medio del caos emocional en el que me encontraba, la tentación de buscar respuestas y soluciones a mis problemas pesaba más que cualquier advertencia.
Mis manos temblaban ligeramente al abrir el libro, como si la antigüedad de sus páginas contuviera una energía mágica latente. Encontré la página específica que mencionaba el hechizo prohibido y, a pesar de los escalofríos que recorrían mi espina dorsal, mi determinación superó mis miedos.
Inmerso en la lectura de palabras antiguas y rituales olvidados, me adentré en el territorio peligroso de la magia ancestral de mi familia. La oscuridad de la habitación se mezclaba con la incertidumbre de lo que estaba a punto de desencadenar, pero en ese momento, la desesperación me llevaba a explorar territorios prohibidos en busca de una solución a mis problemas.
De pronto, una bruma negra comenzó a expandirse, devorando toda la habitación en la que me encontraba. Un ligero olor a rosas se mezcló en el aire, creando un extraño contraste con la atmósfera cargada de oscuridad. Ni siquiera las luces podían atravesar aquella neblina espesa, sumiéndome en una sensación de aislamiento y desconcierto.
Entonces, lo vi. En medio de la neblina, apenas podía distinguir dos luces rojas brillantes que se dirigían hacia mí. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal mientras el miedo se apoderaba de todo mi ser. En ese momento, el arrepentimiento comenzó a hacerse sentir, como una punzada en el corazón que indicaba que había cruzado límites peligrosos.
Las luces rojas parecían tener una presencia maligna, y mi mente luchaba por comprender lo que estaba sucediendo. El ambiente estaba impregnado de un aura amenazante, y la neblina negra parecía ocultar secretos oscuros que preferiría no descubrir. Mis sentidos estaban alerta, y el pulso acelerado resonaba en mis oídos.
- Mmm. - Un gruñido se escuchó por toda la habitación. - ¿Qué tenemos aquí? - Era una voz profunda y particularmente atractiva. - Solo hay una familia que ha sido capaz de capturame, y todas lo hacen por una sola razón. - Escucho una ligera carcajada. - quieres que tu novio, amante o esposo regrese a ti.
- No. - hablo.
- ¿No? - Pude notar la confusión en su voz. - Eres la primera Jones que no quiere que un hombre regrese a ti. interesante. - Lo veo moverse entre la neblina. - ¿Qué propones?
- Quiero que él se arrepienta de haberme engañado, quiero que no deje de pensar en mi, que cada vez que esté con una mujer su pene no se levante, quiero verlo rogar ante mi y bese mis pies.
- Interesante. - Vuelve a moverse, esta vez dando unos pasos en mi dirección. - Pero hay una forma en la que cierro mis tratos ¿Estarás dispuesta a aceptarlo?
- Si. - respondo.
Entonces pude ver algo diferente, una sonrisa blanca, aquella luz roja se transformaron en ojos y por fin pude ver cómo era realmente el diablo. De cabello rubio, de tez blanca, alto y vestido con un elegante traje de color negro., aquel ángel oscuro me dejó enmudecida y completamente tonta ante él.
- Voy a necesitar energía y tú serás mi cargador.
- ¿Y cómo tomarías mi energía?
- Follandote.
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