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El humano y el Alfa - Fabiola cervantes

El humano y el Alfa - Fabiola cervantes

Principe Lunar

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Capítulo

Peter Bell es el Alfa de la manada del sur, Dominante, Autoritario, y Ansioso por conocer a su mate en la ceremonia de la luna. Lo que no se esperaba era que la luna tuviera planes para el, lejos de lo que el Imagino. Uniendo su vida a un joven humano, Llamado Elian, quien desconocía hasta entonces la existencia de los hombres lobos. ¿podrá controlar sus instintos animales cerca de el? problemas surgirán?

Capítulo 1 La luna de ríe de nosotros

Miraba mi alrededor irritado, aún no tenía esa famosa sensación, ese impulso que te guía a la persona destinada a estar a mi lado hasta la muerte.

Tomé de mi copa, hace unos minutos Elena, mi mejor amiga y Omega.

Probablemente ella ya había Sido llamada.

Lo que más me irritaba era, que si no encontraba a mi mate, tendría que marcar a alguien a la fuerza, para aparearnos, y la verdad no era tan cruel para eso, ya que la mayoría estaba predestinado a estar con alguien.

Ya algo mareado, Llamé al mesero, para que me trajera otra copa.

Todos bailaban, mientras unos parecían poseídos, sus ojos mágicamente cambiaban a un tono azulado, y se juntaban, era como si supieran que debían estar juntos.

Los envidiaba, mire por la ventana, La luna estaba en su punto más alto.

Tal ves ella no quería que mi destino fuera ese, tal vez mi destino era ser severo.

de pronto, en ese instante mi corazón se aceleró, Y un holor dulce inundó mis fosas nasales, causando que un extraño cosquilleo subiera por mi espina dorsal, mi lobo interior quería salir, entonces me di cuenta de que mi mate estaba cerca.

Respire más del aroma, el cual me guiaba, Fuera del salón y de todos los demás, Los presentes se dieron cuenta de que era mi turno de conocer a mi mate, así que, me miraban esperanzados a

mi mate, así que, me miraban esperanzados a que me acercara a ellos, sin embargo el aroma se alejaba más, llegando a una puerta blanca.

Al ver por el cristal me di cuenta de que era la cocina.

Un chico Pelirrojo, picaba con delicadeza varias zanahorias, Mientras seguía el ritmo de la música que venía del salón.

Al verlo, Mi corazón me impulsaba a ir tras el y morderlo, para marcarlo como mío.

Sin embargo, Era un humano ordinario, ni siquiera era un beta.

¿Esto es lo que la luna quería?

Trataba de controlarme y dejar esto, sin embargo, mi lobo interior exigía acercarse a él y

olerlo de cerca.

Abrí la puerta llamando su atención, dejo de hacer lo que hacía, prestándole atención con una mirada algo alarmada.

-¿Algún problema señor? - al escuchar su voz me detuve de golpe, Al escucharlo por primera vez, mi corazón dió un salto enorme.

¿Esto era estar destinado?

No respondí a su pregunta, solo me acerque más a él, mientras el retrocedía, hasta que no tenía como retroceder, Llegando al refrigerador.

Ambos nos mirábamos a los ojos, aunque sus ojos reflejaban preocupación, Yo estaba muy excitado.

Su aroma me volvía loco con tanta cercanía, ni siquiera estando en celo sentía está extraña desesperación.

Puse mis manos a un lado de su rostro, baje mi vista viéndolo desde arriba, era bajo para mí, el levantó su vista dejando poca distancia en nuestros labios.

Baje mi cabeza hasta su cuello, recibiendo más de ese exquisito aroma.

- ¿Señor? - titubeó poniendo su mano en mis hombros y tratando de apartarme.

- Elian - la voz de un hombre nos interrumpió, chasque la lengua molesto y me aparte metiendo las manos en mi bolsillo viendo a mi mate, el cual estaba sonrojado.

Saliendo de su trance y viendo alarmado al

hombre que acababa de entrar.

- ¿Que le haces al señor Bell? - le reprendió acercándose a él y tomándolo del brazo de una manera brusca.

Mi lobo se puso algo agresivo, Mientas yo me tranquilizaba para no arrancarle la cabeza a este humano tan imprudente, aunque el era un humano frágil, era mi mate.

- N-nada - murmuró con la cabeza cabizbaja.

- lo lamento señor, este chico es un despistado. - se disculpó el humano que holia a alcohol - eres un inútil, esta noche no cenaras - le reprendió jalando su oreja Mientras el solo apretaba los labios aguantando las lágrimas, solo asintió y el hombre lo soltó empujándolo hacia el almacén - Trae las papas.

Mi Mate se fue al almacén dejándome con el hombre, al cual mire por primera vez, no merecía que le mirara a los ojos, pero sabía que me tenía miedo, lo holia.

- ¿Quien es el? pregunte Comenzando a caminar por el lugar.

- solo es un simple huérfano, vive en la parte trasera. - explicó con cierto tono de Asco. - trabaja para pagar su estadía y su comida, ciertamente no sirve de mucho, le pido lo disculpe. repitió Dándome una reverencia.

No le respondí, no tenía porque gastar saliva en humanos como el.

Seguí examinando el lugar, Mientras el estaba nervioso, sabía que probablemente escondía algo.

Sonreí Ladino al ver una botella casi vacía y una copa, por eso apestaba a alcohol.

-consume alcohol el trabajo - Afirme mostrándole la botella. - y supongo que no paga por el.

El negó con una sonrisa nerviosa.

-Sabe, mi amiga Catherine es muy difícil con sus empleados.-dije para jugar con su mente y holer más su asqueroso miedo.

- no fui yo señor, seguramente fue ese mocoso. Negué chasqueando la lengua repetidas veces y meneando mi dedo de un lado a otro.

- odio las mentiras, el único que huele alcohol es usted.- Está vez borre mi sonrisa y estrelle la botella en el suelo.

El me miró Alarmado a la vez que jugaba con sus dedos, sabía que yo no era un hombre de bromas.

- este es el trato.- Hablé metiendo mis manos a los bolsillos mientras pateaba los trozos del cristal verdoso del suelo.- me llevaré al chico, Y tu jefa no se entera que gastas sus productos de alta gama para satisfacer tu paladar - Continue caminando hacia el.

- no se de que le servirá ese chico, pero lo que ordene señor.- aseguró, sus manos temblaban.

Sonreí falsamente y le di una palmadita en el hombro.

Sabía que Catherine acabaría con el de un bocado, lo dejaría creer que ganó, por ahora.

- Aquí está señor.- dijo mi pequeño Mate dejando un costal de papas en el suelo viendo los cristales en el suelo.- en seguida lo limpio. - aseguró agachándose y comenzando a tomar los vidrios.

- espera, Deja eso, El es tu nuevo jefe. - el chico se detuvo levantando la vista hacia mi lentamente, tragó saliva ligeramente y se levantó bajando la vista, como si no tuviera más alternativas.

Hizo una reverencia hacia mi, sin mirarme con voz temblorosa hablo.

- A sus órdenes mi señor.- Me acerque a él y le tome del brazo jalandolo afuera de la cocina.

En cuento estuvimos afuera, me detuve y lo miré de frente.

Sus ojos estaban rojos, seguramente estaba llorando en el almacén, Ahora sería mío, de todas las maneras posibles.

Mire sus manos, y tenían un tono azulado, y temblaban.

Lo miré a la cara la cual se desvaneció junto con el, desplomándose en el suelo.

Me sentía ligero, Ese aroma, me era familiar, lo había percibido esa noche.

Abrí mis ojos, encontrándome con un techo que

no conocía.

Me levanté alarmado, estaba en una habitación que no conocía.

Tomé mi cabeza la cual dolía un poco, ya

recordaba, estaba con mi nuevo jefe.

Mire a mi alrededor, aún el sol no salía, pero sabía que estaba apunto de amanecer.

La habitación era amplia, Mire debajo de mi

viendo unas hermosas sábanas de ceda blancas.

No llevaba más que una camiseta de botones, la cual me quedaba gigante.

Me levanté de la gran cama y me asome por la puerta viendo un enorme pasillo.

¿Que debía hacer?

Tal vez buscar la cocina y limpiar, sin embargo no podía andar por ahí vestido así.

Tampoco podía husmear en los muebles, no quería que me tachará de ladrón.

Escuché pasos cerca y me apresure en ponerme lejos de la puerta, la cual se abrió dejando ver a una señora de avanzada edad la cual al verme se alarmó.

- joven, ¿Que hace de pie? - se apresuró a mi tomándome de los hombros y empujándome a la cama.

-¿Q-que?

- pregunte algo desconcertado.

- el amo vendrá a verlo pronto y no le gustará saber que está de pie después de colapsar así, estuvo dos días inconsciente ¿Sabe lo difícil que es para el no hacerle nada? - Me reprendió mientras me colocaba las mantas encima, ¿Hacerme algo? ¿Dos días?

- lo lamento no quise ser una molestia. - me lamenté queriendo ponerme de pie.

- quédate ahí. - una voz Bastante aguda y hasta

feoz resonó en la habitación, la muejer se puso algo lejos de mi mientras estaba en pose de militar.

Mire al dueño de la voz, y era el hombre de la última vez, aquel que desprendía ese aroma dulce.

Mi corazón se aceleró, dejando verlo con detenimiento.

Sus ojos miel su cabello negro, su espalda ancha y esa barba bien definida.

Trague saliva al verlo frente a mi, poniendo su

mano en mi frente.

- parece que ya estás bien.- aunque su voz fiera así de fuerte, me tranquilizaba.

- lo lamento señor, no quise causar molestias, en seguida le preparo el desayuno.- asegure queriendo levantarme pero de nuevo me lo impidió.

- parece que no lo haz entendido. - Dijo mirándome fijamente a los ojos.- no estas aqui para trabajar de esa manera, Tu estas aquí para ser mi pareja sexual.- explicó dejándome en shock.

¿Era una broma verdad?

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