En las paginas de este libro, se narra la historia de amor de Dania Leser, una joven dulce, prudente, emprendedora y muy sentimental, hija menor de una familia Judía, en la Francia de la segunda guerra mundial, y del oficial alemán Hans Kock. Un hombre orgulloso, altivo y controlador, que nunca imaginó que el amor de una mujer, le haría adentrarse en un debate moral, de lo que él consideraba la realidad de su vida, lo cual terminaría, reestructurando su mundo. Se le advierte al lector, que esta historia no está basada en hechos reales, y que solo tiene una ambientación histórica.
Berlin Alemania, Hospital Charité Noviembre de 1934.
En la sala de espera de la parte norte del hospital Charité, se encontraba una joven de dieciocho años, tratando de controlar lagrimas que desobedientemente no cesaban de salir de sus ojos, mientras que tenia una fuerte opresión en su pecho. Esa joven era Dania Lesser. Una mujer Franco-judía, que al haberse enterado, de que la mejor amiga de su niñez, había tenido un accidente automovilístico con su familia, se había trasladado sin dudarlo, desde la ciudad de Paris, en la cual estaba por razones de sus estudios universitarios de medicina, hasta Berlín; no teniendo en cuenta, que la situación social en ese tiempo no fuera la mejor. Cuan doloroso fue para Dania, que al indagar sobre la situación de Sofia y su familia en el hospital, le dieran la triste noticia, de que tanto su amiga, como la familia de esta, habían fallecido, unas horas después del accidente.
Dania estaba desecha, trataba de secar las lagrimas con sus manos, en tanto que mordía sus labios haciendo la mayor fuerza posible, para no dejar escapar sollozos. Sofia y Dania eran las mejores amigas, desde los cinco años, que Dania llegó a vivir a Berlín con su tío Josué, quien era, el hermano mayor de su padre. El corazón de Sofia y Dania habían estado tan conectados desde que se conocieron, que incluso, después de que Dania regresó a Francia, a vivir nuevamente con sus padres, cuatro años atrás, no habían dejado de escribirse cartas semanalmente.
En esos momentos en el que Dania estaba pensando en Sofía, un desconocido le puso un pañuelo al frente de su rostro. Dania observó el pañuelo y luego buscó con su vista a la persona que se lo estaba dando. Cuando subió su mirada, se encontró, que la estaban enfocando; los ojos grises mas hermosos que había visto jamás en su vida, acompañado de las facciones del rostro masculino, mas perfecto que nunca había tenido la posibilidad de contemplar. Por alguna razón en ese instante, su respiración se aceleró. Él hombre, al observar que Dania lo miraba encantada, pero sin aceptar el pañuelo, que él le estaba ofreciendo; le dice, con una mirada fría y un tono amable:
- Mmmm... Señorita... Aunque estoy acostumbrado a causar ese efecto en las mujeres... El fin con el que le ofrezco el pañuelo, es porque le servirá mejor que sus manos...
Cuando Dania escuchó esas palabras, su rostro se tornó muy rojo y sus grandes ojos se abrieron, descomunalmente. Pero casi al instante bajó su mirada, mientras agarraba el pañuelo. Se sentía muy avergonzada. No volvió a mirar al desconocido. Cómo era posible, que ella se lo había quedado mirando de esa manera, se cuestionaba. Si su padre o su tío la hubieran visto, la castigarían por ser una mujer descarada. Él notó la incomodidad que causaron en ella sus palabras, y lo tensa que se puso. Sonrió mientras pensaba, lo interesante que sería conocer a esa mujer. En ese momento decidió desaparecer, antes de que ella, lo tentara lo suficiente, como para querer conocerla mas a fondo.
Él la había visto, mientras que meditaba, en las posibilidades para salvar la empresa, de las que le habían hablado sus tíos unos momentos antes de conocerla. Se había acercado a ella, porque por alguna razón, desde que sus ojos habían enfocado su figura, no había podido dejar de mirarla. No sabía que era lo que le llamaba más la atención, si esos carnosos labios que hacían juego con sus mejillas extremadamente rojas, o los hermosos ojos grandes y azules, que lucían envidriados, por las lagrimas que emanaban de ellos. Algo dentro de su ser, lo había llevado a darle el pañuelo, que llevaba siempre con él. Pero ese no era su comportamiento habitual con las mujeres. Porque en sus pensamientos, una relación con una mujer no estaba en sus planes. No podía desperdiciar tiempo cortejando a ninguna, porque su carrera militar estaba en el mejor momento. Él para todo lo que las necesitaba, era para desfogar sus bajos instintos. Pero con la crisis que estaba pasando su familia, ni siquiera, pensaba permitirse eso.
Hans, había venido desde la región de Renania, porque había recibido una carta de su hermano Arthur, que le informaba del mal estado de salud de su padre. Al llegar, se enteró, de que la recaída de su padre, se debía, a la inminente ruina, en la que estaba a punto de quedar la empresa de la familia, que su padre administraba. Esa situación lo había consternado; como también había consternado a los dos hermanos mayores de su padre. Los cuales, habían dejado en las manos del padre de Hans, la administración del patrimonio que los tres habían heredado de sus padres, mientras uno de ellos hacia carrera militar, lo cual era tradición en la familia Koch, por generaciones; y el otro hacia una carrera política, la cual estaba en su mejor momento, ya que era miembro importante del partido NSDAP (NAZI).
Dania había rodeado toda la sala de espera con su mirada, buscando al desconocido, que desapareció sin darle oportunidad de que ella le dijera gracias. -Que tonta soy y que descortés... como pude agarrar el pañuelo y no agradecer. En eso pensaba cuando escucha una vos que le dice:
-Señotita Lesser?
- Si, soy yo -Respondio Dania a un joven medico, que poco después la guio a una habitación, en el que estaba sin vida el cuerpo de Sofía; hecho que le causó una gran impresión. Después se haber llorado a Sofía por un largo rato, Dania salió de la habitación porque sintió unas fuertes nauseas, mareos y que él aire le faltaba. Se dirigió al baño de las mujeres, pero antes de poder entrar a este, se desmayó. A pocos segundos de su desmayó, recuperó por un momento la conciencia y pudo observar, de nuevo el rostro de ese muy atractivo hombre, el cual la llevaba cargada. Perdió nuevamente la conciencia y cuando se volvió a despertar, rodeo la habitación con la vista, buscando hallar a ese hombre, pero ya él no estaba.
Dania pensaba en el desconocido que la había salvado, pero ni el haber conocido a un hombre tan interesante, le hacia desviar la tristeza que sentía por la perdida de Sofia. Dania pensaba en recuerdos de su niñez, cuando una enfermera le dice;
- señorita... Estoy aquí para que me indique sus datos... Es algo indispensable para el registro, que hay que llevar...
Dania asintió con la cabeza. La mujer le dijo:
- Dígame su nombre completo...
- Dania Saray Lesser Fournier
La mujer la miró con una expresión de sorpresa. Dania al notar esto le preguntó:
- Pasa algo?
La mujer se quedó por un minuto, observándola, con detalle, al tiempo que la estudiaba, con un rostro espantada. Como si Dania tuviera una enfermedad contagiosa y le decía:
- Espereme aqui... mmmm... regresaré en un momento?
Después de decir esto, salió con prontitud de la habitación.