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Esposa de mi jefe.

Esposa de mi jefe.

guangyue

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Capítulo

"Alexandra Carlin es una chica recién graduada en la universidad, sin éxito en el campo laboral. Un día es contratada por fin como secretaria del presidente de una revista de prestigio a nivel internacional, Oliver Anderson, un joven apuesto de veinticinco años. Oliver está a punto de perder la presidencia de la empresa por no tener una vida formal. De repente, sus vidas dan un giro cuando hace un contrato con Alex para ser su esposa durante seis meses. La historia narra el divertido matrimonio odio-amor entre Alex Carlin y su jefe, sobre todo cuando nada sale como ellos esperaban."

Capítulo 1 1

Capítulo 1

Mi día inicia, me levanto de la cama, el reloj marca las 7 a.m., no sé por qué me levanto a esta hora si ni siquiera tengo un empleo, lo que viene a mi cabeza «otro día de búsqueda de empleo», hace aproximadamente un año me gradué de la universidad con las mejores notas de mi clase, pero no he tenido mucha suerte con los empleos. ¿Qué les puedo comentar de la relación entre esa acción que te hace ser un subordinado a cambio de dinero y mi vida? Bien, iniciemos.

Durante la universidad trabajé en un periódico local, con esto pagaba mis cuentas de la universidad, al salir de la universidad trabajé en una pequeña editorial, me encargaba de leer libros tras libros de escritores aficionados, fue una buena etapa de mi vida, pero la editorial cerró un par de meses después (¡Genial!). Luego, como coro de ángeles, me estaba acercando más a mi empleo soñado, escribir, un maestro de la universidad me propuso ayudarlo en el guion de una producción que se filmaría en Nueva York, todo estaba genial y divino hasta que la protagonista se acostó con el director. La productora, cabe mencionar, la esposa del director, decidió cancelar el proyecto dejándonos a todos desempleados. Luego, no he tenido un empleo fijo.

Miro por la ventana de mi apartamento, es un día lindo, los árboles florecen luego de tantos días de invierno, el tráfico como siempre acá en Nueva York es terrible, me mudé a esta gran ciudad hace aproximadamente 5 años desde Miami, mucho que aprender, ciudad nueva, costumbres nuevas, grandes personalidades, grandes empresas.

No hablo con mi padre desde que me mudé a este lugar, antes de cruzar la puerta de mi casa, mi padre dijo, más bien gritó: «Te vas de aquí y ya dejas de ser mi hija» y bueno, no he hablado con él desde entonces. Proveniente de una familia muy conservadora, de esas que «hasta que no te cases no te vas de aquí», pero bueno, yo rompí las reglas, de hecho, rompí las reglas desde que dejé la escuela de medicina un semestre después porque no sentía que era lo mío. A mí me gusta escribir, crear historias, leer historias, todo lo que tenga que ver con escritura, mi padre no entendía eso y no lo entiende aún, es por eso por lo que me mudé a Nueva York, muy lejos de mi ciudad natal, muy lejos de mi padre, un europeo prepotente que siempre nos dijo que en casa no se hacía nada más que lo que él decía, por tal razón, nunca tuve buena relación con él, aunque algo así como por desgracia compartimos los mismos rasgos característicos de los Carlin, unos grandes ojos verdes con pestañas arqueadas, una nariz respingada y unos labios finos, qué ironía, ¿no? Ah, eso junto a un ondulado cabello rubio, que no necesita de mucho para verse bien, le agradezco esa parte de sus genes, todo eso compartía con mi padre, excepto el interior.

Mi padre siempre dijo que yo era una hippie rebelde que terminaría fumando marihuana en una casa rodante y comiendo raíces de árboles, no sé de dónde sacaría eso, seguro de internet, jodido conjunto descentralizado de interconectadas que utilizan la familia de protocolos TCP/IP, lo cual garantiza que las redes físicas que la componen formen una red lógica única de alcance mundial -tomo aire- (sí, usé Wikipedia).

En fin, desde el vientre de mi madre fui destinada para llevarle la contraria, él quería un hijo varón, macho y fuerte (según él) y bueno, nací yo, delgada y frágil. Por motivos desconocidos nunca vi a mi padre en uno de mis cumpleaños, ni en una de las reuniones de familias en mi escuela; mi madre y él siempre estaban pendientes más de mi hermana, Stefanie, año y medio menor que yo, totalmente diferente, ella iba a la escuela de ballet mientras yo iba a una escuela militar para niñas muy lejos de casa, mi padre lo llamaba «campamento de defensa personal», según él para que creciera fuerte, según yo, para tenerme lo más lejos posible de él, y aun así se atreve a preguntar, ¿cómo es que yo me comporto como una dama? ¿Es en serio, padre?

Tomo una taza con café aún con mi pijama puesta y tomo el periódico para ver qué ofertas nuevas hay, vivo en un pequeño pero cómodo apartamento con mi mejor amiga Natalie, ambas nos mudamos acá para estudiar juntas, bueno, ella se mudó antes, yo me mudé después del semestre que desperdicié en la escuela de medicina.

Natalie tuvo mejor suerte y tiene un empleo fijo como presentadora de un programa de belleza en la TV, no es su trabajo soñado, pero al menos le gusta y eso es bueno, ella ama el arte y según ella el maquillaje es lo más cercano al arte.

Natalie está corriendo al trabajo, el fin de semana se había hecho unas tales mechas californianas en rubio y hoy ha decidido encresparlas, opino que va a quedar calva bastante joven por jugar tanto con su cabello, al menos se le ve bien. Se mueve desesperada de un lado a otro en la cocina con unos enormes tacones que lleva puestos, temo que en cualquier momento dé el zapotazo, no sé cómo logra andar con esas cosas todo el día.

-Alexandra, me voy, te dejo un sándwich de mantequilla de maní.

-¡Genial! -contesto, levantándome del cómodo sillón para ir por mi sándwich de mantequilla de maní.

-Por cierto, te conseguí una cita -dice, moviendo sus cejas mientras toma su bolso y acomoda su vestido rojo muy ajustado que llega arriba de sus rodillas.

-¿Qué? -contesto inmediatamente con mi cara llena de incertidumbre ante su afirmación-. ¡¡No!! ¡No iré a una cita con un tipo que ni conozco!

¿Qué tal si el sujeto está loco y va a perseguirme de por vida? ¿Has visto Loca Obsesión?

-Alex... -suelta, luego de un suspiro, mientras lleva sus manos a sus caderas elevando una ceja.

-Odio las citas, son aburridas y tienes que pretender que disfrutas la comida mientras hablas cosas estúpidas sobre los gustos de cada uno, es incómodo, la comida es sagrada -hago un gesto de brindis con el sándwich en mis manos.

-¡Es amigo de Dereck! -exclama-. Un día podemos salir los cuatro.

¿Entonces cómo vas a tener un novio si no tienes una cita? -me mira con esos enormes ojos castaños que a veces me causan escalofríos.

-¿Para qué quiero un novio si puedo tener amantes? -muevo mis cejas pícaramente con una sonrisa traviesa, ella se cruza de brazos con una extrema expresión de sorpresa en su rostro que me hace reír-. Yo estoy bien, no quiero novio, Natalie -doy un mordisco al sándwich reposando mis caderas sobre la encimera.

-No. ¡No se diga más! Hoy regreso temprano para arreglarte.

-Natal...

No me deja terminar la oración, me da un beso en la mejilla y sale corriendo antes de que le diga que no, sí, la conozco y me conoce.

Comiendo mi sándwich de mantequilla de maní reviso los anuncios del periódico y no veo nada que llame mi atención, ya he enviado mis papeles a más de 40 empresas importantes aquí en Nueva York. Hasta he considerado como camarera en algún restaurante cerca.

Qué decepción.

Enciendo la TV, vuelvo al sillón que estaba y comienzo a pasar los canales para ver qué hay de bueno, veo un anuncio de una de las revistas más prestigiosas del país, la superpoderosa revista Anderson, por curiosidad, me quedo a ver toda la noticia.

Lo que sé de la revista Anderson es que es un lugar de ensueño donde todos los interesados en la industria del entretenimiento sueñan trabajar, con más de 25 000 empleados y no sé cuántas sedes, es una de las revistas más leídas a nivel nacional, recuerdo cuando iba a la universidad y todos prácticamente soñaban con trabajar en ese lugar y ni siquiera lograban quedar como pasantes.

-«Revistas Anderson busca secretaria para la presidencia -el empleo llama mi atención, la verdad no me interesa ser una secretaria, pero... es una de las mejores empresas a no decir la mejor de esta ciudad, una vez dentro puedo optar por algo mejor, a mí me gusta escribir, trabajar ahí puede abrirme muchas puertas-. Interesados, por favor, enviar su currículum a la siguiente dirección de correo electrónico».

Anoto la dirección para enviar mi información, la verdad no sé si tener esperanzas de entrar a esta empresa, he conocido muchos que han querido entrar y no lo logran, pero es una secretaría, puedo hacerlo. La empresa no está muy lejos de aquí y es prestigiosa, tomo mi computadora y envío mi currículum, luego de esto voy a buscar qué ponerme para la «cita» de hoy.

Resoplo el mechón de cabello que cae por mi rostro a modo de frustración, no veo nada que ponerme, yo no soy mucho de vestidos y tacones, pero Natalie sí, así que voy a su armario y espero encontrar algo que funcione en mi cuerpo. Yo no soy así como que tan femenina, pero hago mi mejor esfuerzo, me molesta que los hombres desvíen su mirada a mis lugares prohibidos, con un cuerpo de Katy Perry hay días que quiero simplemente pasar desapercibida, así que mi armario está compuesto en su mayoría por suéteres y blusones largos o cualquier cosa que no precisamente enmarque esa zona, siempre he culpado a mis pechos de tanta atención recibida por parte del sexo masculino, y en mi adolescencia, eso era algo bastante incómodo.

Sigo buscando en la ropa de Natalie, yo soy algunos diez centímetros más alta así que todos sus vestidos son muy cortos para mí, y con muchos colores. ¡Al diablo! Usaré mi propia ropa. Me tiro a mi cama y me dedico a dormir para evitar pensar en mi desgracia.

Natalie llega aproximadamente a las 5 y 30 de la tarde, superemocionada.

¡Ah! ¡Me compró un vestido! Es de flores, ¡genial!, enciende la lámpara de la habitación quemando mis adormilados ojos. ¡Maldita sea! Pudo ir a quitar las cortinas, pero ¡no! Ella enciende la puta lámpara, sonrío fingidamente mientras froto mis ojos para acomodarme a la luz.

-Pruébatelo -insiste, lanzándome el maldito vestido. Ya que es un regalo, de Natalie, no tengo de otra, además, me hace berrinche si no lo uso. Maldita sea.

Me levanto perezosa y una vez puesto, me miro al espejo.

-¡Oh, realza mis pechos! -digo con notable fingida emoción y veo precisamente cómo se ajusta por todos lados.

-¡Estás divina! -contesta, llevándose ambas manos a su boca a modo de sorpresa.

Sí, a ella le gusta todo lo que resalte los pechos. Lo que no entiende es que yo ya tengo suficiente y no quiero más, es suficiente dolor de espalda y las miradas morbosas.

Llevo lista más de 15 minutos, el tipo lleva como 10 minutos tarde, no lo puedo creer. Me estoy desesperando. Natalie ve mis pies que no dejan de moverse y hacer sonidos leves con el tacón de las sandalias que me ha prestado.

-Alex, relájate, debe existir un motivo por el cual llega tarde -ella tan tranquila sentada de piernas cruzadas frente a mí, su minishort deja al descubierto sus sensuales y morenas piernas trabajadas en el gym. Voy a abrir mi boca para decir una grosería, cuando suena el timbre. ¡Por fin!

Me levanto de un salto, no por emoción, sino porque cuanto más rápido inicie esto más rápido volveré a casa y fingiré que esto nunca pasó. Natalie se me adelanta y abre la puerta antes de que siquiera yo pueda asomarme.

-Lo siento, es que mucho tráfico -lo escucho decir, Natalie le da un abrazo y le dice que todo está bien. ¿Pero qué le costó enviar un mensaje? Desde ya ha perdido puntos conmigo, a mí me gustan los hombres puntuales.

Él me mira y me fuerzo a sonreír, extiende su mano hacia mí y me acerco para tomarla.

-Alex -digo, esta sonrisa que estoy haciendo es aquella carita feliz que uno pone en los chats para indicar lo molesto que está.

-Lo sé, yo soy Ángel, lamento mucho la tardanza -agrega, y se acerca a mí para besar mi mejilla.

Y así se disculpó como 5 veces en todo el camino.

El tipo no está mal, tiene unos lindos ojos castaños que combinan con su desordenado cabello y la poca barba que se comienza a asomar en su rostro, hace conjunto con el color de su camisa, llegamos al lugar y es muy caballeroso, eso es bueno... Todo está bien hasta que comienza a sonar su teléfono repetidas veces y él se divierte contestado cada uno de sus mensajes.

-Y bien, ¿cuál es tu color favorito? -qué pregunta más original, Alex.

-...

-¿Hola? -sueno el tenedor sobre mi plato al ver que no tengo ni la más mínima atención de su parte.

-Ahh, lo siento, es mi hermana -pero no me mira a los ojos, no, lleva su mirada a la zona prohibida-, está todo el tiempo enviándome cosas divertidas -esboza una sonrisa y ahora sí ve mis ojos, maldito-, pero si te molesta, puedo decirle que más tarde hablamos -deja el celular sobre la mesa y se recarga en el espaldar de su silla.

-¿Y cómo se llama tu hermana? -su celular vuelve a interrumpir, maldita sea.

-Lo siento, esta sí es importante. ¿Puedo? -ya qué.

Pero no esperó mi respuesta, el tipo se levanta y se va a unos posibles 10 metros, y ahí estuvo por 20 minutos sin dar señales de vida. ¿La parte positiva? Terminé mi comida sin esas estúpidas charlas incómodas de la primera cita. Me levanto, pago mi cuenta y me retiro sin decir una palabra. En serio. ¿Es tan difícil encontrar un tipo divertido para salir?

Llego a casa, tuve que pagar un taxi, Natalie al parecer me había visto por la ventana y ya está esperándome en la puerta.

-¿Tan rápido fue? ¿Por qué viniste en taxi? ¿Dónde está Ángel? -pregunta, tomándome por los hombros, lo que menos quiero ahora son preguntas.

-Ojalá que esté debajo de las llantas de un camión -me suelto de su agarre, sosteniendo mi bolso fuertemente, casi enterrando mis uñas en él y caminando hacia mi habitación.

Natalie me observa retirarme al igual que Dereck, su novio metalero, quien tiene su cabello largo castaño tendido en nuestro sillón, sus pies descalzos están hacia arriba y toca una melodía en una guitarra acústica.

-Es la última vez que me vuelves a organizar una cita a ciegas con alguien -digo, cerrando la puerta de golpe, hasta hice que mis cuadros de gatos disfrazados de Slash cayeran al suelo.

El tipo al parecer terminó la llamada 40 minutos después, llamó a Natalie como 5 veces, o al menos esas fueron las veces que la escuché gritarle. Ella golpea la puerta de mi habitación y la ignoro, tapo mi cabeza con mi almohada para no escuchar esos jodidos sonidos de la madera contra sus nudillos.

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