/0/21689/coverorgin.jpg?v=bd6a0a634318a203f31ceaa6de39a8a8&imageMogr2/format/webp)
Krad se sentía inquieto, casi tanto como yo, a pesar de ser un dragón fuerte y temerario, en estos momentos se veía bastante inquieto, nervioso. Llevábamos varias semanas planeando el ataque, sabía que mis hombres tendrían una desventaja notable en las tierras del reino de los dragones de fuego, pero no había otra opción, debíamos atacar.
Al ser nosotros del reino de hielo, las altas temperaturas nos afectan demasiado, perdiendo fuerza rápidamente, pero era imprescindible atacar, el rey de fuego no podía seguir manteniendo el control del trono, su avaricia y sed de poder me había arrebatado todo aquello que amaba, mis padres, la libertad de mi pueblo… y ahora a mi amada.
Estábamos a la espera de que el grupo de guardias del reino aliado llegara, no podíamos adelantarnos, requeríamos el apoyo de personas que no se vieran afectadas por las altas temperaturas, pero el tiempo se estaba acabando, algo en mi interior me hacía sentir intranquilo, de alguna manera, el vínculo que me unía a ella me permitía sentir su ansiedad, sus miedos… me costó trabajo entender los motivos por los cuales había hecho un vínculo con alguien de un reino diferente al mío, pero ahora lo sabía, después de todo lo que he averiguado en las últimas semanas ahora al fin lo entiendo.
Esta ansiedad me está matando, de la nada Krad lanza un rugido, sé que puede sentirlo él también a través de nuestra unión, extiende las alas y corro hacia él, subiendo a su lomo segundos antes de que el emprenda vuelo, puedo escuchar los gritos de mi gente llamándome sin entender lo que está sucediendo, pero no hay tiempo para regresar y dar explicaciones, es ahora o nunca… su vida está en riesgo…
Mientras volamos a toda velocidad directo a un enfrentamiento que puede costarnos la vida, la historia de mi entera existencia comienza a cruzar por mi mente, como cada suceso a través de los años me encaminaron directo a este preciso momento…
Mi nombre es Soren Kalevi, príncipe heredero del reino de los dragones de hielo, hijo del gran rey Olwen y la noble reina Ava. Desde pequeño fui instruido por mi padre para heredar el reino sin saber que esto sucedería a muy temprana edad, cuando la avaricia se apodero de una persona que había jurado lealtad y protección, y termino por traicionar la confianza de mi padre y la familia completa, dejándome huérfano al cuidado del guardia real Likantor y con la única compañía de mi primo de sangre Prágus a quien siempre consideré mi hermano.
Esto sucedió una noche, cuando yo tenía 8 años. Mientras dormía en mi alcoba escuche ruidos de pasos en el pasillo, el tintinear de un metal me hizo sobresaltarme, salí despacio sin hacer ruido, con cautela comencé a avanzar por el pasillo en dirección a la habitación de mis padres, no sabía lo que estaba pasando, pero algo en mi interior me tenía muy inquieto, y pasara lo que pasara, sabía que no había lugar más seguro que los brazos de mi padre y el regazo de mi madre.
Al avanzar pude ver cosas tiradas en el piso, como si alguien hubiese tenido una pelea, seguro eso fue lo que me despertó, quería creer que el viento lo habría irado, aunque bien sabía que era una posibilidad absurda. Al acercarme más a la habitación de mis padres pude escuchar quejidos y golpeteos, mi corazón comenzó a latir con fuerza, sea lo que sea que estuviera pasando, sabía que no era nada bueno, mi instinto me decía que me alejara y corriera a esconderme, pero mi padre me enseñó a ser valiente y justo ahora no podía decepcionarlo, sobre todo cuando pude escuchar un grito ahogado de mi madre, como si le hubiesen cubierto la boca mientras la estaban lastimando. Al escuchar esto, mi cuerpo entero se heló por unos segundos, pero de inmediato entendí que no podía quedarme ahí parado, quien sea que estuviera en la habitación al final del pasillo estaba haciéndole daño a mi familia y no lo podía permitir, mis pies comenzaron a moverse con lentitud, ganando velocidad poco a poco, buscando en el camino algo, cualquier objeto que pudiese usar como un arma. Estaba terriblemente asustado, no era más que un pequeño niño, ¿Qué podía hacer yo contra unos malhechores?, pero eso no importaba, no fue suficiente para detener mi avance… justo cuando el ruido en la habitación ceso, sentí el fuerte agarre de mi brazo que me jaló hacia atrás, mi boca fue cubierta por una mano antes de que pudiese gritar, intenté zafarme, pero el agarre de mi secuestrador era muy fuerte. Él se acercó a mi oído y me indico que guardara silencio, que no me haría daño, y justo en ese momento, un grupo de extraños pasaron corriendo frente a nuestro escondite, no pude verles las caras, mis ojos se concentraron en las manchas de sangre que cubrían sus ropas y las espadas que cargaban.
En ese momento sentí que mi alma se escapó de mi cuerpo, la respiración se detuvo y mi corazón estaba a punto de explotar, no pude pronunciar palabra alguna, deseaba gritar, correr detrás de ellos y matarlos, aún no había visto lo que habían dejado atrás, pero al no escuchar más ruidos, entendía perfectamente lo que había sucedido…
Yo estaba en shock aun no podía creer lo que acababa de ver, el extraño me levanto del suelo y me cargo mientras caminaba cauteloso hacia la habitación de mis padres, yo no opuse resistencia, aún estaba tratando de procesar la imagen de las espadas ensangrentadas que pasaban una y otra vez en mi cabeza, al entrar a la recamara, quise bajarme de sus brazos y comprobar lo que mis más grandes miedos estaba susurrándome al oído, pero el intruso no me lo permitió, al contrario me abrazo de tal manera que quede completamente de espadas, con mis piernas alrededor de su cintura y mi rostro recargado sobre su hombro, no necesité ver, el golpeteo fuerte de su corazón contra mi pecho y su respiración entre cortada me lo decía todo… mis padres habían partido a la tierra de los dioses, sus vidas acababan de ser arrebatadas salvajemente por los intrusos que ahora mismo estaban tratando de escapar, o peor aún, ahora me estaban buscando.
Este extraño era mi única esperanza, no lo conocía, pero de haberme querido muerto, lo hubiese hecho desde un principio, o no me hubiese escondido de los asesinos, no sé quién es, ni que hace en mi castillo, pero por ahora no me queda más que seguirlo. El hombre me abrazo con fuerza y comenzó a correr por el pasillo, mientras me decía “debo dejarte en un lugar seguro antes de marcharme”, no tenía idea de quien sea este intruso, pero algo era claro, no debía estar aquí, o de lo contrario no estaría tratando de escapar.
/0/7456/coverorgin.jpg?v=16e854eca27014d8dc64a836183a8ea1&imageMogr2/format/webp)
/0/448/coverorgin.jpg?v=0c70e53d6b410282ea319037ff7de438&imageMogr2/format/webp)
/0/3060/coverorgin.jpg?v=476bda91ab805207da7c6c7953ad4f8e&imageMogr2/format/webp)
/0/21425/coverorgin.jpg?v=4f1b7879812affefbfc0f0a5aea8ae9c&imageMogr2/format/webp)
/0/8540/coverorgin.jpg?v=041b2040a5e1433b0a83fc98eebbe1b1&imageMogr2/format/webp)
/0/15072/coverorgin.jpg?v=261dc48fbc7b8389b5167e60c3afff50&imageMogr2/format/webp)
/0/8713/coverorgin.jpg?v=3ed66195cfce5411d89973fcab558403&imageMogr2/format/webp)
/0/6642/coverorgin.jpg?v=0709970bfecd1f5fe412002907769292&imageMogr2/format/webp)
/0/9424/coverorgin.jpg?v=20250114112528&imageMogr2/format/webp)
/0/8482/coverorgin.jpg?v=20250114105002&imageMogr2/format/webp)
/0/12942/coverorgin.jpg?v=bd118acd259da937ffdbcde4efdb0cf1&imageMogr2/format/webp)
/0/4096/coverorgin.jpg?v=20250410093805&imageMogr2/format/webp)
/0/2934/coverorgin.jpg?v=98c1bb73f405508f6c7e9b66cf6144c6&imageMogr2/format/webp)
/0/40/coverorgin.jpg?v=3e58fa0abae7ebc8c1ba9222c5e5c0a7&imageMogr2/format/webp)
/0/15789/coverorgin.jpg?v=ec376e598a038220ea5881e0b981cf09&imageMogr2/format/webp)
/0/13248/coverorgin.jpg?v=adfb3b6a1d3a0cd0b958181f8ddf14fc&imageMogr2/format/webp)
/0/4887/coverorgin.jpg?v=ab5bd36d752fa85a6f225e88fea95cfe&imageMogr2/format/webp)
/0/3394/coverorgin.jpg?v=bed4fe36ad13b7e025b1021163ccb470&imageMogr2/format/webp)