/0/18530/coverorgin.jpg?v=90ef0ee373289b09c3d2895f1c61ef2f&imageMogr2/format/webp)
Mi alma flotaba inerte sobre mi propio cuerpo. Abajo, mi hijo Leo, de apenas siete años, sacudía a su madre, Isabela, pidiéndole auxilio para mí.
Ella, indiferente, se arreglaba para una gala con Ricardo, su amante. Con horror, comprendí que Isabela, cegada por él, me había negado la medicación y retrasado la ayuda médica. Morí por su negligencia.
Pero mi tormento no acabó. Como fantasma, vi a Isabela despreciar a Leo, quien, cojeando, buscaba ayuda. Fui testigo de cómo Ricardo, con saña, golpeaba a mi hijo, luego desmembró mi cuerpo y arrojó a Leo al río.
/0/17106/coverorgin.jpg?v=db2527e3a460b1ef04c8d1dfb0259a1b&imageMogr2/format/webp)
/0/17865/coverorgin.jpg?v=25a9d5c122c66946395d95384130bcfd&imageMogr2/format/webp)
/0/860/coverorgin.jpg?v=4389a791245124b10b3ae4fb4130cbc5&imageMogr2/format/webp)
/0/4367/coverorgin.jpg?v=ef09eecafb3d26a248c07c7283c33e44&imageMogr2/format/webp)
/0/15838/coverorgin.jpg?v=42beb5758b84d7b941946bf28eb331dd&imageMogr2/format/webp)
/0/19067/coverorgin.jpg?v=a0a108e099672063bae3a5c980204d0c&imageMogr2/format/webp)