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En la prisión de Wront, el calor de julio era tan intenso que costaba trabajo respirar.
Justo cuando Maia Watson, antes conocida como Maia Morgan, dejó caer su manga para cubrir la visible cicatriz de su brazo, escuchó que uno de los oficiales le decía: "¡Alguien de la familia Morgan está aquí para ti!".
Ella se quedó congelada a medio movimiento, pues escuchar "familia Morgan" de nuevo fue como revivir un mal recuerdo.
Hubo una época en la que esa familia la había tratado como su heredera, pero todo se desmoronó cuatro años atrás, cuando la policía llamó a su puerta y anunció que había encontrado a la verdadera hija de Richard y Sandra: Rosanna Morgan.
En un abrir y cerrar de ojos, a Maia no solo le arrancaron su identidad, sino que la tacharon de impostora y falsa.
Sus verdaderos padres habían muerto hacía mucho, pero para mantener las apariencias, los Morgan fingieron aceptación. Le dijeron al mundo que todavía veían a Maia como parte de su familia, pero cualquier que los hubiera observado con atención en los últimos diecisiete años podía darse cuenta de su mentira.
Richard y Sandra siempre habían estado preocupados por los negocios, así que Maia había sido más bien una invitada en su propio hogar, en vez de una verdadera hija. Pero cuando Rosanna regresó, todo su mundo giraba alrededor de ella.
Luego ocurrió el incidente de Radiant Jewels.
Rosanna robó una pieza valiosa y la metió en el bolso de Maia. Aunque la trampa era evidente, a los Morgan no les importó; le creyeron a su verdadera hija sin dudarlo.
Y no solo eso, la ayudaron: hicieron acusaciones públicas con tanta facilidad que Maia nunca tuvo una oportunidad.
Radiant Jewels le pertenecía al Grupo Cooper.
Los Cooper no solo eran poderosos; en Wront, los trataban prácticamente como si fueran parte de la realeza. Los Morgan no podían arriesgarse a ofenderlos, especialmente por alguien que no era su verdadera hija. Por eso, eliminaron el nombre de Maia de la familia Morgan y declararon ante los medios que había sido acogida de una familia en apuros, apellidada Watson, antes de enviarla directamente a la cárcel.
Al recordar eso, Maia apretó con tanta fuerza los nudillos que se clavó las uñas en la piel.
Había sobrevivido cuatro años tras las rejas por un crimen que Rosanna cometió, pero su sentencia había terminado.
Por fin recuperaría su libertad.
...
Justo afuera de las puertas de la prisión, una multitud de reporteros irradiaba una inquietante energía. El calor inundaba el aire y la impaciencia se reflejaba en cada rostro. Entonces, por fin, se abrieron las enormes puertas con un chirrido.
Maia salió a la luz del sol, vestida con el mismo sencillo atuendo que el día que fue encarcelada.
Apenas Sandra la vio, su rostro se iluminó como si acabara de encontrar a su hija perdida desde hace mucho tiempo. Luego caminó hacia ella, rodeada por muchos reporteros que agitaban sus micrófonos y cámaras parpadeantes.
Al observar todo el espectáculo, la chica casi puso los ojos en blanco.
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