DE MONJA A ESPOSA
ue espero sea de su agrado. Espero, puedan disfrutarla, tanto como yo escribirla. Tengo muchas expectativas con esta historia, y espero, si se animan a leerla, me tengan
mento tendrĂa ese anillo en mi dedo, y contarĂa los dĂas para darte el sĂ, en el altar. -Sin embargo, lo que creĂa Vanesa, serĂa la excusa perfecta, para Ares no lo era, y menos siendo un hombre que no estĂĄ acostumbrado a perder en nada. Se aparta de ella con una mirada frĂa, muy habitual en Ă©l, que lo representa, aunque con Vanesa, casi siempre se mostrara tranquilo, y amoroso. -Me estĂĄs diciendo, ÂżquĂ© me rechazas por mi madre? -Ella con cabeza gacha, nada mĂĄs asiente. -ÂżPor quĂ© te preocupa gustarle a mi madre, cuando al Ășnico que le tienes que gustar es a mĂ? -Yo no quisiera causarte problemas con tu familia. SĂ© que ella es muy importante para ti, y quisiera poder casarme con el hombre que amo, sin sentirme atacada por su madre. -Finalmente, expone ella, con las lĂĄgrimas, rodando nuevamente por sus mejillas, pues ella sabĂa, que sus lĂĄgrimas, eran la debilidad de Ares. -EstĂĄ bien, entiendo cĂłmo te sientes, pero por favor ya no llores. No quiero que ese hermoso rostro, se hinche por cosas que tienen soluciĂłn. Mañana mismo hablarĂ© con mi madre, con respecto a esta decisiĂłn, y te juro que todo mejorarĂĄ para ti. Vanesa de inmediato, seca sus lĂĄgrimas y cambia de expresiĂłn, arrebatĂĄndole, prĂĄcticamente de las manos, la caja con el anillo que Ă©l aĂșn sostenĂa. -ÂĄEstĂĄ precioso! SĂ© que aĂșn no te he dicho que si, Âżpero puedo quedĂĄrmelo, mientras solucionas todo con tu madre? -ÂĄClaro que si cariño!, es tuyo. Sin dudarlo, pone el anillo en su dedo, devolviĂ©ndole la caja a Ares, como si esta ya no tuviera ninguna funciĂłn. Mirando sin parar el gran diamante que tiene en su dedo, preguntĂĄndose una Ășnica cosa en ese momento. «¿CuĂĄntos millones costarĂĄ este anillo?» *** Muy emocionada por volver a ver a su familia, despuĂ©s de dos largos años, de noviciado, se prepara la joven Aurora, para regresar a su casa, ya con 20 años cumplidos, con la esperanza de ver a su padre, y a su hermanastra, Adriana, a quien quiere mucho. Pero no a su madrastra que fue quien se encargĂł de recluirla en ese convento por dos años como novicia, solo para alejarla del chico que le gustaba. SimĂłn, un estudiante de ingenierĂa de sistemas, quien era despreciado, por haber metido en mucho problemas a Aurora, y ser pobre, pues ante todo ella es una Hermswort. Y aunque ahora estaban arruinados debido a la mala administraciĂłn de su padre, IsaĂas Hermswort, y al derroche de dinero de su madrastra. Eloise, seguĂan rechazando a aquellos que no consideraban dignos, pues a pesar de estar llenos de deudas hasta la mĂ©dula, ellos pertenecĂan a una de las familias mĂĄs prestigiosas y con mĂĄs renombre del paĂs, y mientras nadie de la alta sociedad supiera de su bancarrota, su apellido era suficiente para sostenerlos. -ÂĄAurora! -La llama la madre superiora desde la puerta, mientras camina hacia ella, que estĂĄ terminando de arreglar la maleta. Al escucharla, de inmediato, Aurora, se gira hacia ella, y le ofrece una pequeña reverencia. -ÂĄSeñora! -Veo que ya estĂĄs casi lista para irte. -AsĂ es madre superiora. -ÂżY estĂĄs feliz? -Mucho. -A pesar de estar emocionada, se mantiene tĂmida y tranquila, sin mirar a su superiora a los ojos como se le enseñó. -Pues me alegra mucho Aurora. Sin embargo, recuerda que estos tres meses que se te darĂĄn, son para que tomes la decisiĂłn de tomar los hĂĄbitos o de dejar el convento definitivamente. -Lo sĂ©, madre. -Es bueno que lo consultes con tu familia. Pero tambiĂ©n es bueno, que hagas lo que te diga tu corazĂłn. Siempre has sido una buena novicia, y me encantarĂa tenerte como monja, pero a Dios si no se le va a amar como se debe, es mejor que se le ame desde afuera. TĂș entraste obligada a este convento, y aunque eres una buena niña, aquĂ no queremos obligar ni presionar a nadie para que tome la decisiĂłn, de llevar por siempre un hĂĄbito. Debes tener presente que este es un convento de Clausura, con una filosofĂa de vida aislada del mundo, dedicada Ășnicamente a nuestro señor. -Lo sĂ©, madre superiora. PondrĂ© todo mi esfuerzo para tomar la mejor decisiĂłn para mi vida. -Me alegra escuchar eso querida. No estĂĄ de mĂĄs recordarte que hasta que se cumpla la fecha de la decisiĂłn, deberĂĄs respetar el hĂĄbito. UsĂĄndolo a diario, y llevando con honor tu velo, y una toca que cubra tu rostro, solo podrĂĄs dejar ver tus ojos. No es bueno, que una posible monja de nuestra congregaciĂłn, deje ver su rostro, o su cuerpo con ropas que puedan generar malos pensamientos en las demĂĄs personas. Aurora sabĂa las re