DE MONJA A ESPOSA
preciara a las personas de menor estatus, como lo hacĂa su madre, sino que le atormentaba ver que la mujer que tanto amaba. SegĂșn ella misma, luchaba a diario con borrachos, y debĂa cuidarse de
embargo, no estaba dispuesto a ceder. No era un chiquillo al que su madre podĂa manejar a su antojo. Era un hombre de Ă©xito, que tambiĂ©n habĂa acumulado dinero con sus propios logros. -Si esa es tu decisiĂłn mamĂĄ. Desde mañana dejarĂ© mi puesto y cederĂ© mi herencia a tu querido Daniel, ya veo que el hijo de tu difunto esposo te importa mĂĄs que tu propio hijo. -Decirle esto a su madre, le dolĂa, por quĂ© no soportaba a ese aparecido de Daniel Page que solo era un hipĂłcrita, que desde hace mucho buscaba quedarse con la herencia de los Walton. -ÂżEs tu Ășltima palabra, Ares?, ÂżdejarĂĄs todo por esa mujer? -Jazmine lo mira con temple, y Ares le devuelve la mirada. Esta es una batalla que ninguno estĂĄ dispuesto a perder. -Si madre. No necesito ser dueño de Walton's car, ni todos tus millones. Yo mismo puedo labrarme mi propio camino. Tampoco soy un mantenido. Tengo mis propias cosas. Puedo arreglĂĄrmelas solo. -Error querido hijo. Creo que no me he hecho entender. Si renuncias a tu destino como heredero de Walton's car, eso significa que renunciarĂĄs a todo lo que has logrado con el dinero de la empresa. PoniĂ©ndolo en esos tĂ©rminos, ÂĄnada te pertenece! Todo lo que tienes lo has comprado con el dinero, obtenido de tu trabajo en Walton's car. Trabajo que conseguiste gracias a que eres mi hijo, y a quĂ© te formaste, estudiando en las mejores universidades pagadas por mĂ. -ÂĄMadre! -Por primera vez, Ares entiende a su madre. Esto no se trata solamente de desheredarlo, se trata de dejarlo en la calle y declararle la guerra si se casa con Vanesa. -Parece que por fin has entrado en razĂłn. -Le dice JazmĂn, al ver que no refuta. Lanza un largo suspiro que le permite calmarse y se levanta, y camina en direcciĂłn a su hijo. -No eres un niño Ares, ni eres cualquier persona. TĂș eres el Ășnico heredero Walton, y tĂș deber es hacerte cargo de la empresa, y para eso, debes casarte con quien debas, no con quien quieras. Darle al apellido Walton, un heredero digno. Es por eso que al ver que no puedes controlar tu corazĂłn. Yo decidirĂ© por ti. Si tienes tantas ganas de casarte, estĂĄ noche, lo pensarĂ©, y mañana despuĂ©s de la junta, te informarĂ© de la esposa que escogerĂ© para ti. -Pone una mano sobre el hombro de Ares. -Ahora ve a tu casa y descansa. SerĂĄn muchas cosas con las que deberĂĄs lidiar el dĂa de mañana. Jazmine, sale del estudio y deja a Ares solo, y preocupado. Ăl querĂa la aprobaciĂłn de su madre para casarse, y la obtuvo pero no como esperaba. Su madre le conseguirĂa una esposa, y el sueño de ser el esposo de Vanesa, morirĂa. A sus casi 28 años el tenĂa un solo enemigo poderoso que sabĂa que jamĂĄs podrĂa derrotar, su mamĂĄ. ÂĄNo!, Ă©l tenĂa que ser mĂĄs inteligente que ella, y encontrar la manera para que su matrimonio y su relaciĂłn con Vanesa funcionara. *** Sin poder dormir el resto de la noche, Aurora daba vueltas en su antigua habitaciĂłn, que a pesar del polvo, seguĂa igual, tal como la dejĂł. NostĂĄlgica veĂa el retrato de su madre, y le apenaba ver que tanto ella misma, como el recuerdo de su mamĂĄ, habĂan sido desplazadas por su madrastra, a quien no le tenĂa rencor en absoluto, pero si le hubiera gustado recibir un poco de cariño de parte de ella. Al final, cuando se casĂł con su padre, ella tan sĂłlo era una niña indefensa, tĂmida y retraĂda que nada mĂĄs deseaba volver a sentir el calor de una madre, a sabiendas de que ya habĂa perdido a la suya. -Me preocupa, que Eloisa reaccione mal a mi regreso. SĂ© que no me quiere, y el error de haberme involucrado en el pasado con SimĂłn, fue la excusa perfecta para deshacerse de mi, convenciendo a mi padre de que tenĂa malas compañĂas... ÂĄPero que estĂșpida fui, al confiar en alguien que no conocĂa! -Se lamentaba Aurora de haber tenido que dejar su casa, por culpa de un chico que rompiĂł su joven e inexperto corazĂłn. A la mañana siguiente, irrumpe muy preocupada Adriana en la habitaciĂłn de Aurora, mientras esta, limpia con desdĂ©n, avisĂĄndole que sus padres ya estaban despiertos en el comedor, y que era hora de que fuera a saludarlos. Aurora, sin pensĂĄrselo mucho, baja, segura de que su padre estarĂa feliz de verla. -ÂĄPadre! -Lo llama mientras Adriana la acompaña muy emocionada. -ÂĄHija mĂa! ÂĄEstĂĄs aquĂ!, por fin... No sabes cuando te extrañé princesa. -Sin dudarlo su padre se levanta del comedor para ir a abrazarla fuertemente, mientras Aurora empapa la tela de su rostro, por las lĂĄgrimas que no puede retener. Luego se aparta y su padre la mira confundido -ÂżPero que es todo esto, Aurora? -Toca el velo de su hija, refiriĂ©ndose a la particular vestimenta que lleva. -Es mi hĂĄbito padre, aĂșn sigo siendo novicia. -ÂżY por eso tienes que cubrirte el rostro? -La congregaciĂłn asĂ lo exige querido. -Dice EloĂsa, que finalmente se acerca para saludar a Aurora, que no es de su agrado por ser la verdadera Hermswort, pero debe disimular delante de su esposo. -Que gusto verte querida. ÂżPor que no avisaste que vendrĂas? -ÂĄLo siento madre!, querĂa darles una sorpresa. -Le dijo tĂmidamente Aurora, que ni siquiera se atrevĂa a verla a los ojos. -ÂżY cuando regresas al convento? -ÂĄPor favor mujer!, Âżno ha terminado de llegar, y ya quieres que regrese? -Refuta de inmediato IsaĂas, que estaba encantado de tener a su hija en casa despuĂ©s de dos largos años. -Hasta dentro de tres meses madre. Bueno, si asĂ lo quiero, pues es el tiempo estipulado, para de