La niñera y el CEO - La hija perdida
ntes, siempre pospuso el sueño de tener hijos. Su esposo siempre decía que necesitaban estabilizarse financieram
Rara vez, Pietro llegaba a tiempo para la cena. La mayor parte de
Estaba feliz de ver a su esposo en casa. Sin emb
ietro. ¿Qué hay de malo
s listos par
as económicas y l
s al lado del plato. - Además, usé mis ahorros para comprar tra
ar del asunto, l
el dinero de n
ersación. - ¡Esta comida es horrible! - El puño cerrado
orden de la cocina. Ella se agarró con fuerza al bal
e daba regalos ni la invitaba a cenar. Pietro no siempre fue tan grosero, e
ma. La llama de la relación se enfrió a medida que su esposo crecía en la empresa. De un buen abogado, pasó a ser uno de los integrantes del consejo de administrac
.
enía miedo de tener otro vértigo y caer. Viviana pensó que si contaba la noticia, su esposo
or -, Pietro dijo en el teléfono.
uenta de que su esposa escuchaba la
guntó en voz baja. - Nos vamos a Los
rdadera razón por la que su matrimonio se había enfriado. Se
estás h
or controlar sus piernas tembloro
soslayo. - Voy a viajar el próximo lunes a
stabas habland
te a ella, bloqueando
? -Tomando coraje
. ¿Estabas escuchando
uloso de Viviana. Pietro ya había perdido el contr
iste tu
e la cama. Se desabrochó la hebilla del cinturón, se
- Ella levantó las manos para d
inturón se le c
le. Ella imaginó que su esposo ca
l gritó mientras señalab
rme esto, estoy e
o fue al armario y agarró uno de sus trajes negr
abrazó la almohada con fuer
.
lor a licor fuerte en el hombre de cabello negro. Los mechones rec
ella y la apretó contra la cama. Ella balanceaba las piernas y lo golpeó en la espalda, y se mareó cuando Pietro le dio un puñetazo en la barbilla. Su vista estaba completamente
lla suplicó mientras apreta
ofocó los sollozos de Viviana. Aumentó la intensidad y la cadencia de s
viana arañó los brazos del hombre que gruñó cuando se hundió más y luego salió. Las lágrimas corrían por las c
ncito? - Pietro con
, dijo después de
ó al lado de Viviana. - Tienes que deshacerte de e
vida. Tenía quince semanas de embarazo cuando su esposo la violó. En el baño, notó un ligero sangrado y no lo
stiró en la cama del hospital y se acarició el vientre. Mirando las gotas de
susurró la
haces aq
por negocios y me
abrió los ojos hasta que se a
dría salir de casa c
auto, escuchó pacientemente a su madre, quien insistía en que debía esperar a que regresara su esposo antes de tomar una
La señora de cabellos grises siguió a su hija mientras le aconsejaba
edo acep
diferente si Pietro no supiera de su paradero. Octavia repitió que su hija estaba cometiendo un terrible error. Viviana prometió que u
.
hotel y comió en un restaurante en el mismo lugar. Ya se había deshe
y arroz y saboreó su comida, tocándose el estómago tod
gante, que hablaba con el camarero. Con
sco preguntó en inglés. La mirada inquisitiva
u plato. Ya tenía suficientes pro
ch -, habló el gerente del establecimiento en voz baja
ratar empleados
í, se
garganta y le entregó una flor roja con una tarjeta escrita: - ¡Perdóname! - El
mismo cuando la trataba mal. Su corazón ya no tenía es
y arrojó la flor y la tarjeta de presentación del hom