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Mi amor de cuentos

Capítulo 3 Vida de empleada

Palabras:1041    |    Actualizado en: 17/07/2023

el enorme espejo del baño de Selina, m

onía que no debía estar limpiando después de mi repugnante hermana pequeña. No debe

nos en ese momento, no había nada que pudiera hacer para

y tiré el trapo al fregadero. Hice tal gesto tan rápido que

ador, y la rutina cada vez más ardua comenzaba a afectar mi apariencia. Mi cabello roji

cos por el mal champú y la falta de tiempo para arreglarse a fondo. Incluso había olvidado

s alrededor de mis ojos, aunque los iris

aba una mujer hermosa. Me sentí feliz de saber que la belleza qu

arios mechones sueltos en la cola de cab

as y necesitaba recuperarme rápidamente para estar presentable en el evento de esta noche. Había pas

la muerte de mi padre, Enya también se hiz

cabar con todo con su mala gestión y gastos exacerbados. A pesar de la incompetencia de mi madrast

ese negocio, la sociedad que acaba de fir

de joyería junto a Ferrari, con las modelos luciendo las piezas creadas

unes pasado, cuando Melina y yo fuimos a una taberna

años de vida, nunca había estado lejos de mí por más de veinticuatro horas. Ella era mi refug

amilia, en contra de la voluntad de Enya, por supuesto. Después de la fatalidad que le quitó la vida a mi padre, ella i

del mantenimiento del área exterior de la casa. Trabajó sin quejarse, a pesar

iscina, pero lamentablemente no tuve tiempo de hacer más. Y me gustaría hacer mucho más. Pero

jo y auto despreció cuando la pesada puerta del baño

sa en su bikini estampado con diminutas pájaros y u

mente

rándome en recoger la pequeña toalla blanca

a y la secó con la suya. -Lo siento, tengo prisa, tengo cinco cambios de ropa más esta mañana y todavía necesito preparar

tirse en una verdadera modelo. Desde hasta ese momento, solo había fotografia

de su madre. Selina era de tés más oscura que yo, un estilo bronceado, alta y delgada, pero su cuerpo casi no tenía cu

he. - dije emocionada, tratando de romper el

vas

Selina siempre era señal de mal agüero. Por supuesto, ella no quer

n de ir. -Dije sin

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