Quédate en mis brazos
y haciendo preguntas sobre diferentes clientes a su paso. Esther, su secret
ha, una taza de café y, con habilidad, le recordó las c
atos en su computadora. Al notar que Esther no tenía intención de abandonar la oficina despué
sto. Era la única capaz de mantener su ritmo frenético, satisfacer su nivel de exigencia y entender la i
horas para regresar al juzgado y el tráfico del mediodía no le permitiría demorarse. Si llegaba un minuto tarde, ese
sar desde que decidió abandonarla por su amante. Ese hombre le suspendió los ingresos, incluyendo el pago de las altas colegi
otal de sus hijos y todos los bienes en el divorcio, al darse cuenta de que una herman
r? Dime qué sucede -dijo Fabio mientr
pondió en
ada en la sala de conferenci
propósito la última información, mientras su padre siguiera insistien
a tan radiante como siempre. Ya habían pasado seis meses desde la última vez que la vio y él le pidió una opor
e si ella estaba allí era porque lo extrañaba,
a la que viajó por trabajo, como un acosador, aunque le pareció
l estómago, o quizá era la ansiedad mientras preparaba en su cabeza las palabras de bienvenida
mandíbula se tensó y sus manos se cerraron en puños al descubrir a la
rcó con un gesto de
con hacer un escándalo en recepción.
minuto, o dos. -solicitó Fabio,
uir ilusionándose con una mujer que lo abandonó, a pesar de todo lo que él hizo por ella. A
er de allí. Así que al volver a la sala, contempló a la esposa de su jefe sentada en la mesa, exhibiendo sus largas piernas, y r
yó en un juego peligroso qu
ntuvo allí, a pesar de la sugerente bienv
respuesta a l
no. Te reitero que si no logras llegar a u
avilla y sé de primera mano lo hábil qu
sepa que te represento,
tarjeta desde su cinturón hasta el bolsillo interno de su chaqueta-. Una ami
razones había regresado a la ciudad y eso iba a conmocionar a muchas personas. Aunque para él, solo importaba que ella seguía siendo la chic
etrás de ellos. Fabio tuvo que voltear y vio cómo ella levantaba su maletín y
l inequívoca de que tenía el ros
e y muy cerca de su cuello, para después guiñarle un ojo y darle un beso suave en los labios-. L
s sillas giratorias y salió contoneándose, si
mbeleso-. Esta posible cliente aún no factura con nosotros, pero la suma del caso que estamos lleva
sobre sus pasos y le entregó la tarjeta, complaciéndose por la expresión d
todo resultaba como esperaba, la vida de ambos cambiaría para
rlo. Una amable mujer detuvo las puertas para que pudiera entrar, pero no
punta del mismo trajo consigo el vestido oscuro de la mujer por la parte de
ena. Suspiró derrotado cuando las risas masculinas llenaron el lugar, dejándole claro
darle en la mayoría de los casos, pero el gest
stura y ocultar su vergüenza y la posible pérdida de una gran op
da, nada impresionada por sus intent
nseguir una máquina del tiempo para deshacer e
una risa incontrolable escapó de la boca de Fa
iles, mientras Fabio se esforzaba por controlar su risa nerviosa. Sin emb
sas, incluso la abogada no pudo ev
rirse las puertas en el quinto piso, ella
sa del despiadado juez Clayton Lowe. El mismo que iba a presidir su audiencia en unos minutos, después de la
se encontraba con ella antes, sin duda estaría de mal humor, y eso im