Cuando la noche cae
o hasta ahora Anne...
sin estrellas, otra vez mi pobre corazón se ha acelerado, creo que, si sigo así, moriré de un infarto. Tener tan cerca al ministro me pone bastante nerviosa y es
e su noche siga siendo tranquilo, cu
todavía sigo nerviosa por su acercamiento. -Usted es quien debe cuidarse señor Alphonse, s
ntimiento cálido me envuelve; si tuviera que comparar este sentimiento, seria cuando estas rodeado de las personas que quieres y amas, esas p
e cuidarme... pero tú no, así q
ue le rodea, quizás no sea nada interesante para muchos, pero para mí sí... es un hombre fascinante. El ministro me deja completam
empre, pero para no sorpresa, no ha llegado, seguramente se entretuvo, como siempre le pasa, veo el cielo por un ra
e que no llegue tendré que irme caminando... hurra- Lo úl
er en marcha para llegar al convento, ya que está a las afueras de la ciudad y caminar hasta allá, me tomará aproximadamente entre
enida principal con la absurda esperanza de encontrar algún chofer en el camino, pero por la hora que es, dudo mucho que encuentre algo. Mi co
a que es muy tarde- Resoplo con resignación y me dis
olas alumbran muy poco, lo bueno es que están de forma consecutiva, pero aun a
e se apodera de mí en un parpadeo, mi respiración se ha agitado de forma violenta y mi corazón no deja
hombro, no puedo dejar de temblar por el miedo y por el aire frío que acaricia mi rostro,
siento que me voy a desplomar en cualquier momento, incluso creo que me estoy empezando a hiperven
Susurro co
ado a bombear sangre con más fuerza, al punto que la cabeza me palpita y mis manos me sudan, se me ha empezado a resb
iento aprieto con fuerza mi maletín contra mi pecho, con la esperanza de que el miedo se vaya en algún momento. Aho
aterra aún más, regreso la vista al frente y choco contra alguien, cierro los ojos y los a
cintura, veo como tiene la mirada clavada en la penumbra, me estruja un poco contra su cuerpo para luego fijar su