La chica de las caras rotas
lacionaba mucho con mis compañeros. No es que fuera tímida, simplemente no le encontraba interés a conversar con chicos de m
i un poco diferente a los niños de mi edad. Por esa misma razón muy poco tenía amistades, y las que est
lamada de un desconocido que vi
estás? -escuché su
ecir? Siento que me estoy ahogando, que estoy atrapada en un lugar y necesito correr. Per
nzado, lo ves como algo malo, pero
go bueno? Siento... que me vo
a que no querés la vida q
n, me di cuenta que quería más privacidad, así que decidí
hí podía apreciar parte de la gran ciudad, era como estar encim
, deslizándose hasta el mentón y ca
zó, algo que produjo que el hielo en mi gar
Llevé una mano a mi frente mientras cerraba los ojos-. Me
te sintás así, porque es el primer paso para el cambio. Tenés un gran recorrido, Li
pre he creído que moriré joven, que no te
, Lily, tú eres quien debe crearlo
ré seguir así? ¿Vi
e esta forma
r en este mundo de mierda y que much
imo, hubo un momento de silencio que en oc
no te gustá, ¿por qué aceptarlo en tu
o y hacerlo. En el momento creí que sí, era cierto, debía simplemente cambiarlo poco a poco para poder tener
y comenzar con unos nuevos. Esa es la única forma para poder mejorar y sacar la mejor versión que guardas en tu interior. Pero... ¿cómo mej
tina de ejercicio para lograr esa meta. Al final, sólo lo dejan y siguen con aquella vida, únicamente que, con la diferencia, de que esta vez lo hacen quejándose. Y así, una y otra vez, siguen dentro
ba mal, que no deseaba seguir así, pero no sabía cómo arreglarlo, aunque, curiosamente, creía que podría arreglarlo y que tenía a Gabriel que podría a
ría viva: no si lo hacía apuntando primero mi cabeza contra el duro suelo. Esa era mi realidad, en ella únicamente existía las muchas formas de morir, que... el humano es
té boca arriba en mi cama, reflexionando s
en mi vida? No tenía n
xplicación, porque mi cuerpo estaba ahí, mas mi mente se encontraba anclada una vez más en la conversación que tuve
a cómo debíamos hacer un video para la clase. Como siempre, la oí hablar, era bueno que ella fuera par
a. En el centro de desarrollo infantil era una joven mucho más alegre, que le encantaba los niños y siempre aportaba ideas para hacer más dinámicas
iones, un sinfín de caras que... e
tas el video? -me
ando hacer volver mi mente a la realidad-. ¿Esta noche me quedo
nos vamos a demorar
as con la encues
¿Podrías enviársela a tus
ragué en seco-. No lo
el centro de desarrollo, volví a sentir el mismo
graduara en la universidad. Sin embargo, si mis superiores se enteraban que sufría de una muy fuerte depresión, segurame
que deseaba era que la psicóloga no me viera cuando saliera de su consultorio, porque podría darse cuenta, ¿o no? A veces me saludaba dándome palmaditas
ntentando quitarse la vida. La misma profesora que llevaba
es tiernos y las sillitas rojas de madera. Después, barrí el piso lleno de tizas de color
cos y la envolvía para meterla en mi bolso. Me quité la moña que recogía mi cabello y
de un largo día que aún no acababa, porque debía pasar tod
porque se veía muy serio; como era alto y fornido, eso me intimidaba un poco. De hecho, una de mis estudiantes, Lolita, una vez lloró por
que siempre se reúnen en la recepción para conversar sobre su día: Leticia, Sarita, Carlos
te al salón donde doy clases, puedo escuchar lo que dicen. Siempre saludaba al grupo cuando iba a s
omo yo seguía siendo estudiante, estaba ocupadísima; o bueno, aparentaba eso, po
tan pronto a casa, otras veces tomaba el bus para llegar rápido y no tan cansada, y para poder tomar el bus debía pasar por el alto puente; algo que ya no me apetecía h
a punto de suicidarme y, curiosamente, me dio ganas d
a brisa veraniega soplaba lentamente y revoloteaba por mi cabello. El uniforme violeta imp
ámica, sintiendo que el bolso negro en mi espalda
ro lado del puente, en el paradero de buses, no había persona
, al hacerse las siete u ocho, era cuando había más transeúntes. Así
ncima de la baranda completa. Si subía a la siguie
omo un loco en aquel momento, además que, sin darme cuenta, mis
idiera, mucho menos una persona caminand
te moriría, era la oportunidad perfecta. El mo
hacer equilibrio al sostenerme con las manos y así poder pasarme
etrás de mi espalda, y un pequeñito bordillo de concreto de varios centímetros
espiración y los temblores que ya me
: "¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?, ¡AFÉRRATE A LA
serio casi decidido a hacerlo. Mi inercia me de
e como para hacerlo?, ¿d
se apagó y quedó mi cuerpo
o se inclinaba hacia adelante, hacia el precipicio. Mis brazos se s
e apretaron con muchísima fuerza, como aferrándose a mí. Com
r, haciendo que mi cuerpo cayera un
mis adentros y el grit
ejar salir las lágrimas como cascadas. Sólo estaba sostenid
ngo! -escuché la
to de hacerme en los pantalones. Veía el p
do, dándome su mano para
a cintura, estaba aferrado a mí. Su voz no
ó al oído-. ¡Déjame ayudarte! Ro