CEO Codiciado
soleado, los que me hipnotizaron por completo. -¿No vas a entrar? - la suave voz me sacó de mi ensoñación y poco después las puertas del ascensor comenzaron a cerrarse, pero logré detene
acercó un empleado del hotel, acercándose a mí, pero alternando la mirada entre el otro huésped. - ¿Esta todo bien? ¿Cualquier inconveniente? Había carteles por todo el hotel que mencionaban advertencias de acoso sexual, y probablemente fui más ruidoso de lo que debería haber sido sobre ser un imán para los pervertidos. -Está bien, gracias. - Dirigí mi atención al invitado. - Veo que estás mejor que ayer y me alegro que te hayas recuperado. Ahora discúlpenme, caballeros. Sin esperar réplica de ninguno de ellos, me dirigí hacia el restaurante y elegí una mesa en la terraza con vistas al mar, en un rincón más discreto para comer tranquilamente. Era mi penúltimo día en Ilha do Sol y aunque me sentí solo, disfruté cada momento del viaje. Mi mejor amiga, Laura, no pudo acompañarme tanto como quería, ya que acababa de empezar en un nuevo trabajo. Aún así, ella fue la primera en animarme a no desistir del viaje. Esperé a que el camarero se fuera después de tomar mi pedido y saqué mi celular de mi bolso para tomarme una selfie y enviársela a Laura. Sonreí, inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado, tratando de aparecer en la foto y mostrar la vista del restaurante. De repente tuve la sensación de que me observaban. No tardé mucho en descubrir que tenía razón, sintiéndome avergonzado por ser visto haciendo muecas a la cámara mientras el hombre de la playa, sentado en la mesa frente a mí, me prestaba atención. Fingiendo indiferencia, levanté las cejas y tuve que contener mi impetuosidad para no poner los ojos en blanco y señalarle el dedo medio al chico. ¿Me está persiguiendo? - No te persigo, solo vine a almorzar - dijo en tono tranquilo, manteniendo su sonrisa discreta, haciéndome abrir mucho los ojos, sorprendida por la coincidencia. - ¿Lees los pensamientos ahora? - No. Pero tu expresión facial es muy transparente. - Se rió, encogiéndose de hombros. Elegí ignorarlo, dirigiendo mi atención a mi celular, eligiendo una de las fotos para enviársela a Laura a través de la aplicación de mensajería. VALENTINA: Ayer salvé a un chico guapo en la playa y ahora está aquí, delante de mí, en el restaurante del hotel. Al parecer, Laura no estaba en línea. - Disculpe señorita... - Su voz sonaba más cercana, al igual que su embriagador perfume. Dejé el celular sobre la mesa y lo miré, sintiendo mi cuerpo temblar ante la proximidad. El apuesto desconocido estaba parado frente a la mesa, ext