Una autopsia al corazon
razón destrozado, tratando de comprender por qué él la había lastimado de esa manera. Durante años, ella habí
ce de arrepentimiento, ni siquiera intentaba justificar sus acciones. Brihana se preguntaba
e las aventuras de Brith con otras mujeres. A pesar del dolor que sentía, una sonrisa melancólica se di
lugar. Brith no reaccionó, no intentó detenerla ni siquiera se molestó en defende
hombre que alguna vez había amado. Se dio cuenta de que ya no podía seguir fingiendo
o el dolor y la decepción que él le había causado. Era hora de sanar sus he
vez tú me amaste? ¿Me amaste aun hac
Qu
die, ella nunca se mostró preocupada, por sus aciones. Eso fue l
demonios amas Brith, es a Karla? ¿Por qué demon
se enamoró de él, pero como si nunca la ha tratado tan bien, solo cumplió su afecto ante la pa
te casaste co
treverse a cuestionar su amor, a poner en duda sus sentimientos? Durante tanto tiempo había guardado en silencio sus emociones, había ocu
sonal. ¿Realmente la conocía tan poco como para pensar que ella no era capaz de amar? Sus palabras resonaban en su mente, cuesti
, en la complicidad que compartían, pero ahora se veía obligada a enfrentar la posibilidad de que todo hubiera sido un
ith seguía mirándola con esa expresión desafiante, como si disfrutara del espectáculo de su dolor. Pero ella ya
a misma apenas podía comprender. ¿Por qué había aceptado un matrimonio que tal vez nunca fue más que
qué había tomado esa decisión, por qué se había entregado a alguien que tal vez nunca la amó de v
mper las cadenas que la ataban a un amor falso. Con una firmeza que sorprendió incluso a ella misma, Brihana levantó la mirada y respondió con voz
túpida ella. Ese era Brith, ¿qué esperaba ella? Sus palabras re
ana? ¿Eres la señora Cartier, la más rica
ra ti, solo estuve contigo, o solo acepté porque
así terminó posando su mano sobre un pedazo de vidrio afilado. La sangre fluía por su mano, tiñendo el suelo y creando un contraste impactante con el color blanco del mármol. Mientras él intentaba contener la hemorragia, ella se miró sorprendida por lo ocurrido. Fuera de sí, recogió su bolso sin darse cuenta de la sangre que manchaba sus pertenencias y salió de la
ella los detuvo y entró al ascensor. Ellos entraron a la oficina donde Brith aún estaba parado, observando el caos a su alrededor. Había fotos por todo el lugar
Brith en ninguno de sus actos, a pesar de saberlo todo. Maiko observó las fotos esparcidas por la oficina, algunas de ellas mostraban mom
eterminación. "Lo que importa es
que tendrían que enfrentar las consecuencias de sus acciones. Se sentía culpable por no haber actuad
determinación. "Y debemos asegurarnos
odían dar marcha atrás. Debían enfrentar la verda
e su tiempo se agotaba y que pronto tendría que enfrentar las consecuencias de sus acciones.
egado el momento de enfrentar la verdad y tomar medidas, s
enerla y la dejaste ir en este estado?
calmará
iejo? ¿La vas
edí que estuvie
ibre loco, ya es demasiado s
me divorcie? ¿
odo, aun así me lo preguntas
a sus mejore
ás cuenta de que estás
, Maiko. ¡Me abofete
Esa es la segunda
egunda
uero que había en el piso. Una de las limpiadoras vino a limpiar el desastre, miró una foto en particular y la escondió. Lían rara vez llamaba a Brihana. Esta vez tomó el celular y la llamó, pero ella no contes
conmigo por beneficios de ambas familias." "Me has estado espiando, eso no es propio de ti." Fue entonces cuando, por primera vez, un grito desgarrador escapó de los labios de Brihana, h
o dolor en su vida. ¿Cuándo fue la última vez que estuvo verdaderamente feliz? El sonido particular de su celular la sacó de su ensimismamiento, era Tiffany, la hermana de Lía
e estuvo enamorada de Brith, y él la apoyó incondicionalmente. Aunque su hermano nunca dio el paso, Brith siem
ntrarla y consolarla. ¡No me
dito desgraciado debiste dar el paso. Ese imbéci
ala,
escuchó el sonido del teléfono.
unca me amó, él
a médula. Eso no importa. ¿Dónde estás? Llegaré
o amé alguna vez. ¡Yo que hice más que
va a llegar. Él es un maldito, te lo dije muchas veces. Es un desgraciado que se
ápido. Siento que