No Llores Más, Mi Amor
Qu
insole
teándola e hiriéndola. Sentía un dolor insoportable, pero
tamente colocados sobre la mesa del come
de aquella mujer apareció en su mente. Ella no había desayunado esa mañana, y ya era hora del almuerzo. ¿No tendría hambre? Le había dicho a Marti
te le ordenó a uno de los sir
señ
ca entró al lugar tambaleándose, m
uerpo estaba lleno de sangre y moretones. Al verla, el
ra: "Señor, la falsa tuvo un inconveniente c
pie y se acercó a la mujer que se parecía a Leona. Le lev
a no pudo evitar ponerse a llorar, solt
ogió al sentir las cálidas l
ro de gastritis crónica...", ex
brazos y, luego, le dijo al c
l otro, y se fue a cumpl
a la mujer en sus muslos como si de una niña se tratase. Y después de limpiarle la cara con un pa
í se encontraban quedaron
gunas de sus cosas, incluso sus juegos de cubiertos estaban personalizados. Uno de los juegos estaba sobre la mesa para
ver lo gentil que estaba siendo ese hombre con ella, simplemente n
ían, y hasta cómo debía abrir la boca. Con un poco de impaciencia, el m
lo que le decían, mirando a
a cucharada, dijo con since
ido y su rostro cambió, volvie
le había agr
dejó a la chica en el piso, y les dijo a los criad
señ
la ayudaron a bañarse. Después de un rato, el médico le recetó unos me
al nuevo esposo, con indecisión, para decirle: "Señor Bo, el doctor