Las lunas de Xetrón
ndo profundos mareos, sin poder evitarlo deja ca
tra ser un embustero al indagar lo que
te aseguré que si me engañabas, mis vetones barrerían a tu exiguo pueblo. Abrakán me ocultaste a
ida les concierne! ¡Ahora mismo partir
a y ríe salvajement
he y que los ojos de Xetrón te muestren lo que queda de tu campamento.
las, algunas sigulas planean en círculos, desorientadas y paulatinamente caen a tierra. Sin poderlo evitar escucha alaridos de terror. También percibe como una decena de soldados cargan los
ina, este habitante de las cúspides te augura el más triste pesar y así com
ik, conquistador de los vulgos de los pantanos, del imperio bajo
vencer, toma mi vida valeroso rey y con ella a
r que poderes ocultan las riubas y e
ado tarde para ti y los tu
clavando sus curvas garras en la gruesa piel que viste, se elevan transportándolo a más de cien pies de altura. Ante los ojos atónitos de los presentes, que nada
que nos revele el misterio de l
ércitos ya habían aniquilado a todos y
an sido testigos del alud de un mito ancestral y temido...! ¡Otra g
se puso en camino... Ahora han pasado varias semanas de la muerte de Abrakán y aunque los baúles forman parte del gran botín del monarc
as villas, los vientos del oeste de pronto llegan con fuerza desconocida y traen con ellos esa ceniza de la que hablaba el anciano. Sobre las regiones el cielo se torna sombrío oc
nstantemente y ya algunos de ellos expelen sangre por sus narices y bocas. Ante tanto desespero y calamidad, veinte exploradores fueron enviados previamente al este y en dirección al castillo, con el afán de que encontrasen otros senderos que no fueran castigados por la imbatible ceniza que los estaba asfixiando. Y que ya no dejaba ver más allá de una veintena de metros a la redon
tiniebla tenebrosa que ahogará a cada ser vivo, pero algo extraño está sucediendo ante las entradas de las enigmá
victorioso de cuanta prueba le impongan los dioses, aunque no lo logren much
dante Ottokan, haciéndole un gesto con el brazo, est
, mi ma
ín adquirido y otro con víveres abundantes para pasar una larga estadía si fuese necesario. Que el
te quien siempre juró lealta
iajando, los condenaríamos a una muerte segura. Si las cuevas nos acogen sin pel
omandante si este no le devolviera el golpe, pues toda Nagarta conoce del va
o te escogí para que me escoltaras; sin embargo, me estás tentando a enviar
u rey era capaz, el
osadía al pensar en salvar a sus súbd
es, el grueso continúa camino hacia la fortaleza de Duxorr, no dejaba de maldecir y protestar en contra de su rey. El otro
, señor, para abandonar el
s, le siguen con lealtad incuestionable y debe tenerlo de su lado. Por el
os cómo combatirla, sin embargo, teme entrar en las cavernas... Allí nos refugiaremo
elegido, por lo que lo
rá del resto de n
ncia, su monarca le r
u futuro es incierto bajo esa neblina negra... Por lo que he decidid
ios para las batallas, llevan otro camino y e
levemente, antes
que esparcieran la noticia al resto de la tropa, pues entonces, el caos y los amotinamientos serían imparables. Pe
por la vida del resto, se s
sivo con las interrogantes y u
n una leve mueca, después se cubre p
compartía con aberrantes reptiles humanoides de piel lisa y azulada, pero desde hace un par de siglos, los que se aventuraron a entrar en ellas buscando gloria y fama, ta
es. Y muy pronto toman posesión de ella, poniendo a resguardo cuanto traen-incluyendo a las bestias- los seis rastreadores reciben órdenes para que busquen y co
rles de lo que descubrimos, ahora s
la elite del ejército y esos caballeros veitanos nos mir
vino y algo de ese botín que hace crujir las ruedas del carromato y que nunca compartirán con simples soldados y antes de terminar de elevar los toldos
y ojea hacia el interior
ponen sus palabras en tu boca, ah
lones de roca húmeda, Tarik descansa sentado junto a v
repartidas y los hombres están
levantar la tienda, ordéneles que sacrifiquen a un trogo y cocinen la mitad y la otra la metan en salmuera, de
también lo hace hacia otros caballeros veitanos que l