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Drago.

Capítulo 3 Dos.

Palabras:1430    |    Actualizado en: 27/05/2024

ant

alid

gica, aún no sabía si era

al no sabía nada. La señora Dora, nos enseñó un poco del idioma de este país aunque ya

medio, yo por mi lado, trabajo en una biblioteca desde hace

mento. Hace un año intenté suicidarme porque no podía con el peso que estaba sobre mis hombros, las incontables pesadillas que me atormentaban todas las noches, la falta de sueño, de hambre, me estaba muriendo en vida, todos los días me miraba en el esp

cerré los ojos y sentí como mi cuerpo se sentía más liviano, al fin moriría pero Michelle me encontró frustrando mi muerte, estuve en el hospital por días y no mejoraba, dejé de hablar por un tiempo, ya que para mí las palabras no tenían sentido, Michelle me bu

olo conozco el parque. No quiero estar rodeada de tantas personas, por eso decidí trabajar en una biblioteca, aqu

pero es imposible, le tengo mucho asco a los hombres, no puedo verlos porque me causan miedo o pavor, ella me ha dicho millones de veces que todos no son iguales, puede que te

minado y eran más o menos las siete de la noch

ntha — me sonrió—, que

ós J

anda sonriendo y soltando brillos de colores por todos lados, a veces la envidio un poco porque me gustar

n las estructuras de las calles y casas, todo era tan hermoso y colonial, muy

está con sus amigos fumando cigarrillos en las calles y molestando a las chicas que pasan por ahí, cada vez que lo veo o paso por ahí, empieza a deci

amantha —sonrió— ¿Cuand

tiempo que no me interesa, no deseo hablar con el, no quiero ni siqu

vas? —uno de ellos

o —lo m

ner la compostu

ya estoy harto de que te hagas la santa, seguramente eres una

enté zafarme p

o que sentía cuando el me sostenía del b

hico— te deben entrar varias pollas

bió encima de mi para romper mi ropa. Mi boca seguía tapada por el otro chico y mis manos las sostenía el otro,

s un verdadero hombre —todos reían—, debiste acept

ue quería conmigo, no podía defenderme, ellos eran más que yo y mucho más grandes. Las r

ces? —se escuchó l

sa voz, los demás chicos me soltaron y de

divertíamos con esta prostit

mis ojos, era más que obvio que u

la, no podía verlo porque estaba muy o

jamás se lastima a una mujer, niño o anciano, esa una regla importante ¿Lo olvidaron? —ninguno decía na

fuese lo más normal del mundo, en el medio de la oscuridad se podía ver su

vens

perdón pero fue en vano, a todos los habían subido a una van color negra. Luego aquel hombre i

argaré de que ellos jam

emblando abrí la puerta y pude ver qué Michelle aun no había llegado, caminé rápidamente a mi habitación y me quité lo quedaba de mi rop

o que asco... —me tapé la cara

n jamás se me va a ir, esta ci

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