Dama Embarazada del Jeque
jugando una mala pa
transmitido el mensaje desme
o
r, actual ocupante del trono de Acrabia, al asistente
do. No es que Nazim Al Mansur, un gran estratega consumado y un cabeza de familia aterradoramente intelig
leonada de su señor durante unos segundos antes de bajar
wad "insis
saparecido, Alteza. No está en su suite y
onces no hay p
ado con el sirviente
ar de palacio, con el pretexto de los estúpidos nervios previos a l
con los demás ayudantes.
y claro. '¿Dónde está esta sirvie
sto, alteza, pero me han informado que la chica e
astró las palabras con la voz suave y letal que normalmente hacía callar a sus subordinados en un silencio te
ancho, charreteras y botones hechos de oro macizo. Mientras que otros hombres habrían parecido rígidos y pomposos, su Rey lucía
del Rey, encargado en su vigésimo primer cumpleaños para esta ocasión trascendental. Nazim Al Mansur había tenido una figura
respondió re
ido sobre el escritorio y avanzó hacia los hombres. Tenía su atención, pero necesitab
nta mil ciudadanos que acampan en la capital desde hace siete días esperando esta ceremonia? ¿Los tresci
uesto, S
aría un vaso sanguíneo a pesar de su salud sumamente robusta. Y eso sería terribl
o sería útil descubrir el paradero
ciguar el creciente temperamento de Nazim. "Mil perdones, Alteza", dijo. 'Simplemente
s a mi prometida inmediatamente y esta ceremo
los sirvientes han buscado por
tarlo, bloqueándole las vías respiratorias. Pero no levantó la mano
ra e
s por salirse de la línea. ¿En cuanto a muestras precipitadas de emoción como el bramido de frustración que burbujeaba dentro de él? Estos llegaron con un destierro
das de emociones habían sido e
trictos de países extranjeros. Y durante las vacaciones, cuando se les permitía regresar a casa, pa
a e intentaba sacar lo mejor de él, como hoy, la gente
a de acero y fijó sus ojos en Jawad. 'Me llevarás con esta sirvien
amente hizo una profunda revere
a ambos lados de la puerta se adelant
daba muy, muy mal. El entusiasmo que había cargado el aire du
corrían de un lado a otro. Y si bien era respetuoso bajar la mirada ante el Rey,
rada. De hecho, el hombre estaba haciendo todo lo que estaba en su poder para extender
sentido en lo más profundo de su ser que
e los palacios reales, las habitaciones de las mujeres estaban separadas de las de los hombres por varias alas. Su
al de palacio y de los miembros de su familia mientras caminaba, con rostro sombrío, hacia la suit