LA PACIENTE DEL CEO.
idad, porque aunque no hablaba nada con la chica, se podía ver que era un caballero, perdida en mis pensamientos, llega el camarero con mi plato, me sacó de mi sueño, "a comer, provechito" le dije a M
tenían mucho dinero él siempre hablaba que en cinco años recibirían un dinero de un fideicomiso que algún familiar que vivía en otro continente les había dejado, de momento, tenían una muy buena posición social y nada más, don José, le llevaba en su oficina jurídica muchos negoci
ba, así que generalmente era yo la conductora designada y responsable de los vehículos de mis amigas, pero ese día realmente me sentía mal, y con la humillación, (porqué así somos las mujeres), me sentía mal por el hecho que en mis propias narices le estuviera coqueteando a la chica perfecta que estaba al lado, estaba sumida en mis pensamientos, cuando de la nada Manuel comienza a tratarme mal, yo había estado en s
así en el principio de la relación y gracias a la intervención de don José, Manuel juró que jamás volvería a suceder, Manuel me decía groserías, me trataba de prostituta, de zorra y todos los improperios que tenía en su diccionario mental, no entendía lo que estaba pasando, me levanté de la silla como desorientada, más de l