Prohibido seguir al corazón...
r la cuenta cuando
surré a Jazz-,
voz de Fabiol
¿Estás disponi
ienza su licencia de maternidad, pero tuvo una amenaza de aborto gracias a un
a terminado la escuela. Además, ella trabaja
añana -dijo ella, c
ás días se queda Paloma. Así mínimo sabría qué pasa y estaría cerca de Cristiano. Ahora, con
Andrea se fue, traté de conseguir un telé
sti
a escuela, menos Catherine. Parecía una niña problemática. Se la pasaba en la habitación, siempre estaba despeinada, caminaba sin zapatos y, por lo que decían las cuidadoras, daba muchos problemas y tomaba medicamentos psiquiátricos. Tenía vario
porque ella llegaba
puerta-. El del fin de sem
a Andrea, aunque ella entra a las 11. Me pidió
rego las llaves. Solo están
je-. Los mantendrás en el patio, ¿no? ¿Quie
rlo diario. Duerme, Cristiano. Yo iré a vigilar al
hijo de Andrea y cumpl
r tenerte -le
es -dijo saliendo de la sala-
a la actitud de al principio; trataba de ser superior, o tal vez igual a su padre. Lo iba a vigilar en el sofá unas cuantas vec
stiano, Cristiano, ¡qué no, no
i padre? -dijo el chi
que Fabiola me dijo. Han pasado solo dos días y cada vez que cierro los ojos lo veo, veo a ese tipo golpeándome a ci
te atormenta? ¿Qué soñaste, Cristia
apado de la escuela. También he soñado cómo me maltrataba
atónito. ¿Cómo era que este niño podía soportar tanta tortura? ¿Cómo podía fingir
o tienes la culp
urarlos. Ha sido un maldito, Ernesto es un maldito -dijo casi gritando-. Lo he visto matar, maltratar a mi
or los hombros, me coloqué enfrente,
icio. Lo he visto matar, lo vi golpear a mi madre enfrente de mí. Y ya he visto cómo mata amigos y conocidos suyos por su conveniencia. Lo
un niño pequeño a punto de reventar-. Cristiano, mírame -le dije rozando su mejilla. ¿Qué me pasaba con este chico? ¿Po
motivo, mi instinto era protegerlo,
Tú no eres él, sigue hablando, d
e golpeó con sus puños c
e hiciste perder familia, hogar, y me hiciste perder a la única mujer que me ha amado. Por tu culpa, mamá nos abandonó -di
os al suelo y
él, pero lo hago para protegerme. Aquí hay personas malas, y Rafael es uno de ellos, es un maldito sádico -agregó Cristiano, poniéndose de pie de nuevo-. S
r beneficios, que no le importa el sufrimiento, que no le importa nada. Solamente es él, y él me ha hecho sacrificar muchas cosas a mi corta edad. He visto sangre, he estado con mujeres, y no sé cuántas cosas más. El pobre cuidador me miró como si no hubiera maña
quieres teléfono, fiestas y tener una vida normal, debes pelear. Compórtate bien conmigo y cosas ganarás. E
rió, se rió con una risa burlo
n es mi padre? ¡Ernesto de la Fuente,
enfrente de mí y lo abracé por la espalda. Lo sujeté con fuerza hasta que pa
ila
e inmediato. Era la cuarta vez en e
a representante legal. ¿En qué maldito momento me hiciste firmar algo que me hace responsable de ti? Tú no eres nada mío, eres la hija de mi padre
ó mi custodia sin que tú firmaras nada, o lo pidieras. Así que lo único que te está pidi
í ya me pesaba. Estaba en silla de ruedas, no me podía mover con libertad, y ya pretendía que solucionara una vida, que encontrara dónde mudarme, como si no pudiera valerme por mí misma. Tenía una media hermana estúpida o ciega. A la mañana siguiente sería miércoles, y me tocaría ir a la institución. Entré a terapia física; tenía fisios muy buenos, confiaban en mí. José decía que caminaría y me lo proponía. Aunque vivía con la mejor amiga de mi mamá, sabía que no podría estar con ella mucho tiempo. S
e la casa, ni mucho menos dejarla al borde de nada -le dijo a Aurora, que parecía sentirse culpable de estar dejándome sola-. Ustedes tranquilos, no va a pasar nada -nos dijo la abogada, calmándonos a mí, a su esposo y a ella-. Estaremos vien
, no lo eres, no lo eres," un eco, su voz escuchaba en lo pr
de mi vida? Que disfrutaba mucho de la etapa, que disfrutaba de amar, que disfrutaba de sus abrazos, de la calidez de su c
rgado en su pecho. Cristiano susurró a mi oído, podía sentir s
istiano. Tú no eres
y otra vez entre susurros, paz y tranq
bía abrazado por la espalda, pero el hecho de tener su corazón pegado al mío me h