Una madre para Connie, Un contrato firmado.
correr tras lo que, a los ojos de todos, y a los suyos, era tan solo una desconocida, parecía estar muy lejos de la realidad. Connie estaba renuente a separ
antes. Connie no había mostrado tanto afecto por una mujer, pues ya su padre le había presentado a una serie de chicas
Samantha antes de irse, retractándos
ñana a primera hora. - e
aba distinta, como con una felicidad que la hacía irreconocible ante el propio Gerald. Por su parte, Samantha agradeció el gesto, aun
a la casa, ella se encontraba dormida. A veces se desvelaba esperándolo para contarle alguna anécdota vivida en la escuela. Tal vez no era la mejor alternativa, pero era lo único q
i no era de su agrado, definitivamente no podía obligarla a sentir afecto. Esperaba haber conseguido por fin a la persona ind
eró curiosidad saber por qué esa niña se había sentido de esa manera, pero en cierto modo le agradeció, pues de no habe
ra muy comprensiva, aunque sus personalidades eran muy distintas, trataba de apoyarla en todo, demostraba su cariño
encantados! - expresó Isa, sirviéndole un plato de crema de
y posiblemente no se lo llevaría todo
e, les di a percibir cada fragancia y sí que
ultaría! Y entonc
mañana, debo aper
buena, Sam. Ven, tengo que darte u
e hubieras sugerido ir a esa compañía, no estuvi
aro. En cuanto formes parte de ellos, au
amiga contenta, y comió gusto
e lanilla color rosa palo, con una blusa básica color blanco, quería parecer elegante pero no tanto, eligió
chacha de los perfumes ¿no?
ifíquele al señor que ya estoy aquí, como indicó el día
to, es un hombre muy ocupado y nunca responde al primer llamado. - explic
que. Balbuceó unas cosas, y luego de es
o. - confesó la recepcionista con una sonrisa incómo
ría su
piso 8 la primera
mantha, situándose
erta duda, pero no podía equivoc
decir al hombre que
s sutiles y elegantes situados en la mesa, muebles de primera calidad, y hasta una mini sala de estar justo al lado del ventanal de cristal que permit
aldas a la puerta, por supu
, buenos día
ento. - i
a prestigiosa empresa no era fácil para ella. Gerald giró su cuerpo, y al
dijo señalando el sobre que se encon
uedándose
ée
a por qué tanto misterio. En su mente había imaginado otro tipo de en
sa, la personalidad del señor White no era la más amable, pero t
la madre de su hija Connie, actuar y comportarse como tal. Especificaba dormir con él y la niña en medio, en la misma cama, cosa que a Samantha le ruborizó. No estaba segura de aceptar firmarlo, pero el dinero que ganaría l
gregar un
ím
a intimidad for
observó
udaremos tus c
contrato, ya no