AMOR PROHIBIDO
ero en llegar al parque, aunque sus amigos no tardaron en aparecer. Se saludaron con un apretón de manos, dándose unas palmadas en la espalda y riendo de gozo por haberse nuevamente encontr
rmes céspedes, sus frondosos árboles y sus senderos que se entrelazaban, los animales que pastaban y los pájaros que cantaban podían haber engañado al observador haciéndole creer que se hallaba en el
que había sentido ayer c
dos, cabalgaron durante un rato sin conversar, ejercitando a sus monturas dándoles rienda suelt
é nos habíamos apostado? -preguntó Raid-. C
había ganado
tus sueños son tan agradables c
ó Kenedit Mohad -y me ganaste por un cuerpo. Según mis cálculos, eso me
todos los hombres de Corn
e es algo más que un rumor. Debe de ser
do, no es decir gran
egado, disfrutando del entorno que
. ¿Te has divertido asumiendo el papel de abur
-contestó Raid a
ue la primera -¿Haces comentarios jocosos, Gregorio? A mí no me mires, Kened
sin vernpos -dijo Kenedit Mohad-. Pero enseguida comprobam
ti, ¿no, Gregorio? Creo que soy el único de nosotros capaz de mantener
t, riéndose-. Suena como el su
-sino de damas, de par
, cuando insistió en regresar a casa, le previne de lo que ocurriría. Veinte hermanas solteras y t
s de que yo regresara a casa. Y sólo una hermana que vive con nosotros, aunque a veces me parece que son treinta. Y he conseguido
ti, ¿te casarás tú? ¿Forma eso parte del plan de venir a Nueva Esparta? Sharlot y yo haremos de casamenteros. Es un papel que
do respeto hacia Sharlot nos tienen envidia. Proc
trante, amigos míos -contestó -No permitir
ero que se apresuraba por un sendero cercano, una doncella que paseaba a un perro casi tan grande como ella, la cual había p
o ya no son libres. Sólo quedamos tú y yo. Empezaremos esta misma noche. ¿Por qué desperdiciar otra noche de tu estancia en Nueva Esparta? Te aco